6 - Un país nuevo, una nueva vida

 

Aún cuando todo resultaba promisorio para mi, dentro del contexto de aquel viaje que se estaba planificando, sentía un hondo pesar en lo más profundo de mi ser, pues dejaba a mis abuelos y a mi tía Carmen. Y no solo esto, dejaba un Mundo, mi Mundo. Simple, sencillo, tal vez para muchos monótono. Pero en esa monotonía me había criado habiendo concebido un modo de ser. Un carácter que bajo ningún concepto sentía lastima de mi infortunio (¿era acaso aquello un infortunio? Creo que no. Por lo menos así lo siento yo) y por ende crecí, me fui formando sin ningún complejo de inferioridad. Dejaba aquello ya conocido, para ir a nuevas sensaciones, no solo desde el punto de vista de mi posible recuperación, sino sensaciones más allá de ese cometido puntual que mis padres se habían trazado. Conocería gente nueva, familiares nuevos, cultura y tradiciones en muchos casos milenaria. Se rompería así el esquema formado hasta el momento, y todo seria una constante ebullición pese al estado de tristeza originado por la partida. Recuerdos melancólicos son el preámbulo de esta, pues la intención era quedarse en tierras de la madre patria, y todo aquel entorno elaborado por mi quedaría fondeado en el puerto de los recuerdos.

Todo en mi derredor se realizaba, si se quiere, a un ritmo vertiginoso por momentos, y así una tarde de Abril mis padres y yo fuimos a una agencia de viajes. Era 1971 y tenia ocho años. Aún se viajaba en trasatlántico, verdaderos hoteles flotantes que en la actualidad están relegados exclusivamente a efectuar cruceros de corta distancia marítima, centralizados principalmente en la zona del caribe. Hasta el año 1974, fecha en que se inicio la crisis del petróleo, efectuaban las travesías de ultramar. Como se recordará, yo había viajado en el legendario vapor de la "carrera" a la ciudad de Buenos aires, y si bien dicha nave era moderna para la época, lógicamente no se podía comparar con aquel "Monstruo de los Mares", si se me permite utilizar este termino nada académico por cierto. La fecha de partida era el 8 de Mayo. El nombre del barco, "Cabo San Roque".

Todo estaba listo, pues, para emprender la partida. Habíamos adquirido tres valijas de viaje, además de dos baúles que eran de mis abuelos, en los cuales introducimos lo más esencial para el inicio de una nueva era de nuestras vidas. Mucha ansiedad se concentraba por aquel entonces. Una ansiedad propia de quien emprende una suerte de aventura en pos de una mejoría en varios aspectos. Y llego el 8 de Mayo. La mañana se presentaba fría, algo nuboso el cielo. Mis padres no habían dormido ultimando los preparativos del viaje. Eran aproximadamente las siete de la mañana, cuando la camioneta del yerno de Don Manuel nos llevó hasta el puerto metropolitano. Se había hecho presente un gran numero de amigos a fin de despedirnos. Mis abuelos no concurrieron a la terminal marítima, pues como es de suponer, para ellos aquello fue un tremendo golpe espiritual, y no se les dijo nada hasta pasados tres o cuatro días.

Efectuamos los tramites correspondientes ante la dirección de aduanas, y cerca de las diez y media subimos al barco. Una vez que zarpamos del muelle nos dirigimos al camarote que estaba ubicado en clase turista. Debo decir que en aquellos trasatlánticos habían dos clases; primera y turista. La diferencia resultaba mínima pues se notaba solamente en el hecho de que en primera habían dos piscinas, mientras que en clase turista una. Y otra diferencia, si así se le puede llamar, era que el Capitán cenaba cada noche en una mesa diferente, compartiéndola evidentemente con diversos pasajeros. Por lo demás todo era muy similar. Nuestro camarote tenia tres cuchetas y un pequeño baño privado.

Es interesante mencionar que el "Cabo San Roque"  tenia un gemelo denominado "Cabo San Vicente". Ambos pertenecientes a la misma empresa naviera. Los dos barcos habían sido construidos con el mismo tonelaje, las mismas dimensiones tanto de Babor como de estribor, como de Popa a Proa. Asimismo, poseían la misma cantidad de camarotes y salas de estar donde, en algunas los pasajeros podrían solicitar juegos de mesa como ser Damas Chinas, Ajedrez, o el simple y popular Domino. Está de más decir que una vez ya instalados en el camarote, fuimos a descubrir las mencionadas salas, con el claro propósito de ir de algún modo acondicionándonos a lo que nos ofrecería aquel hotel flotante durante los quince días que duraría la travesía por el océano Atlántico.

Pese a tener total libertad de acción, existían ciertas normas para la comodidad del pasajero. Una de esas normas radicaba en que habían dos turnos para el Desayuno, el Almuerzo y la Cena. curiosamente (o quizás no) debido al numero del camarote, nos tocó el primer turno. Así se Desayunaba a las ocho y treinta, el Almuerzo se servia a las once y media y se brindaba la Cena a las diecinueve horas. Estos horarios, como dije, correspondían al primer turno que era anunciado a través de parlantes ubicados en cubierta, y un sistema de altavoces dispuestos a lo largo de pasillos y corredores de la nave. Por lo general se desayunaba y almorzaba en el comedor "Rosado" donde evidentemente predominaba ese color. La cena por su parte se ofrecía en el comedor "Azul". En ambos casos las sillas y el suelo (este era de moquette) correspondían a su denominación.

Es bueno efectuar un alto en la descripción del barco, para señalar los puntos de la travesía que estaba (junto a mis padres) llevando a cabo a través de aquella hermosa nave. Nuestra primera escala seria (y hablo en tiempo futuro a fin de que el lector efectúe el viaje de cierta manera paralela conmigo) el puerto de Santos (Brasil), en donde pude apreciar en una breve pero interesante recorrida, ciertos parámetros socioculturales en que estaban insertados los pobladores de dicha ciudad, contextuados en una especie de miseria debida a la situación del país que por cierto, no es demasiado diferente al día de hoy. La clase social comenzaba a deteriorarse en  toda América Latina a causa de la intervención ejercida por ambas potencias (la Rusa y la Estadounidense) quienes en su afán de poder, llevarían a situaciones sumamente criticas para los habitantes de menores recursos, no solo en el área financiera, sino en lo cultural. La pobreza de esa gente era penosa desde mi perspectiva de chiquilín de ocho años. Retomo el hilo conductor de mi narración, y así decir que desde allí el barco se internaría en el océano Atlántico hasta llegar a las hermosas Islas Canarias, más concretamente al Puerto de Tenerife, para posteriormente continuar por dicho océano y efectuar una nueva escala en Vigo (Galicia). De allí como ultimo punto antes de nuestra llegada a Barcelona, el "Cabo San Roque" atracó en el muelle de Algeciras, en donde una tímida lluvia nos impidió recorrer más que fuese los alrededores del puerto. Sin embargo, y como todo en esta vida, una cosa compensa a otra, quedándome maravillado al contemplar el famoso por entonces "Peñón de Gibraltar". Era la primera vez que apreciaba muy de cerca dos grandes masas rocosas insertadas dentro del mar. Asimismo, ese lugar era uno de los puntos de mayor atracción de las potencias mundiales enfrascadas en la denominada "guerra fría". En el lugar habían bases de Submarinos Ingleses que custodiaban lo que se podía llamar "Puerta" o pasaje entre ambas potencias. Como se puede apreciar, de todos estos puntos geográficos fui rescatando recuerdos y anécdotas que se van componiendo de una manera si se quiere espontanea pues el tiempo en alta mar se disipa, se pierde en parte, la noción de los días debido a la placidez reinante al no tener ninguna otra obligación que cumplir, salvo claro está, las naturales consistentes en comer, dormir y extasiarse con los elementos de la propia naturaleza. El Mar y el Cielo que en muchas oportunidades llegaban perfectamente a confundirse.

Resultaba de cierto modo un hermoso espectáculo apreciar el imponente oleaje, principalmente hasta Santos debido a una fuerte tormenta que se debatía en las profundidades marinas. En el "Cabo San Roque" había unos ventanales inmensos (así era la impresión que me daban) a través de los cuales uno podía apreciar dicho fenómeno sin tener que estar a la intemperie para ello. Mi padre me sentó enfrente de estos y contemplaba las olas mientras la tarde del 8 de Mayo languidecía lentamente. De pronto se escucho por los parlantes el anuncio para ingresar al comedor "Azul" en lo que seria nuestra primera Cena a bordo. Mi padre me levanto en brazos y nos dirigimos los tres al mencionado salón. Las Mesas, al igual que en el otro comedor, eran para cuatro o seis personas. Nosotros obviamente escogimos la primera de las nombradas. Afortunadamente nadie ocupó la restante silla, pues relativamente éramos pocos los comensales de aquel turno. Muchos desde el primer día transcurrieron la mayor parte del viaje mareados, y por consiguiente, no sentían el menor apetito de consumir ningún alimento sólido. Y esto es peor pues al estar literalmente con el estomago vacío, dicha sensación se acrecienta y deja paso al acentuamiento de ese estado. La Cena, al igual que el Almuerzo, eran sumamente abundantes, consistiendo en seis o siete platos. A este respecto me permito decir que aún conservamos a manera de recuerdo, los menús que se distribuían por las mesas. No voy a detallar los nombres de los diferentes platos. Pero si mencionaré la correlación de los mismos. Vale decir como nos eran presentados. En primer lugar nos brindaban un buen plato de sopa que, por lo general era Consomé o Crema de Espárragos, tras lo cual venían los Entremeses con una variedad de fiambres. Se servían dos platos centrales basados en carnes o pescados. Inmediatamente de finalizada su consumición, el camarero se hacía presente de nuevo, pero esta vez con una bandeja en la cual había una importante diversidad de Quesos y Dulces, y mi madre le hacía cortar una suculenta tajada de cada clase que por lo general eran cuatro. Después de esto se ofrecía fruta de la estación y helado. Debo confesar que repetía este ultimo postre. El camarero ya conocía mi preferencia y me lo guardaba. Eran servidos en hermosas copas de cristal, diseñadas para ese postre.

Siguiendo la cronología del trayecto, aquí debo caer en una reiteración acerca de la Ciudad de Santos, que ya hice referencia en una pagina anterior. El día 10 de Mayo llegamos a dicha Ciudad en horas de la mañana. Lo que me quedó por decir es que en la recorrida que hicimos por los alrededores de la terminal marítima, pude apreciar también un entorno colonial, con las calles empedradas y las viviendas mayoritariamente reflejaba ese estilo. Se percibía aún a la distancia del tiempo el aroma de la época de nuestros antepasados. Las morenas deambulaban con los atados de ropa sobre sus cabezas. Era en cierta forma, como si me introdujera en el túnel del tiempo.

Mi padre me llevaba en brazos por las callejuelas cercanas al puerto. Sobre el medio día regresamos al barco, y cerca de las cuatro de la tarde, este partió para ingresar al océano Atlántico. Cuando pasamos por el Golfo de Santa Catalina, nuevamente la tempestad marina se hizo presente en la escena de nuestra travesía rumbo a la madre patria. Afortunadamente, una vez pasado el mencionado tramo marino tuvimos buen tiempo, lo cual nos permitía disfrutar de la cubierta durante casi todo el día, exceptuando lógicamente los 40 o 45 minutos del Almuerzo.

Para ser más gráfico, detallaré como era un día a bordo. Nos levantábamos a las siete de la mañana saliendo brevemente a cubierta y cerca de las ocho y media íbamos a desayunar al mencionado salón. Luego regresábamos a cubierta, a fin de disfrutar plenamente de las mañana de sol. Este, combinado con el aire marino me abría el apetito. Mientras ello sucedía mi padre me ponía en una silla cuyo asiento era de lona que habían por doquier. Así, disfrutaba del aire puro y salino, y del Astro Rey que brillaba con todo su esplendor en el cielo impido sin el menor rastro de contaminación. Muy pronto nos hicimos varios amigos con quienes departíamos largas charlas, pues al no efectuar tarea alguna, teníamos el tiempo necesario para confraternizar con otras personas, factor este de suma importancia para el relacionamiento de quienes poseemos alguna discapacidad. Tras el relacionamiento propiamente dicho viene de manera concomitante la inserción en la sociedad.

Está de más decir que me adapte perfectamente a esa vida plácida donde el único horario prefijado era el de alimentarnos. Y justamente, a las once y media volvíamos al comedor, tras lo cual, algunos días nos dirigíamos a los salones antes mencionados. Mientras mi padre tomaba una taza de café, mi madre y yo jugábamos una partida de Damas Chinas. Luego dábamos una vuelta por otros sectores del barco, y próximo a las diecisiete horas íbamos a un salón donde en ese horario se jugaba al Bingo. Por las noches en ese mismo salón que daba a popa, se proyectaban films de todos los tiempos y géneros. En noches calurosas la sesión se llevaba a cabo en cubierta.

Volviendo a lo anteriormente manifestado, es decir al juego de Bingo, casi todas las tardes íbamos ya fuese para intervenir en el mismo, o simplemente con el fin de mirar. El cura de a bordo se hacía presente la mayoría de las tardes jugándose sus buenas Pesetas, la moneda utilizada a bordo, ya que el barco pertenecía a una compañía de navegación Española. Pues bien, el mencionado cura, un hombre de complexión gruesa y de excelente humor, se sentaba en una de aquellas mesas luego de haber adquirido dos o tres cartones para el primer juego, y disfrutaba cada vez que le "cantaban" un numero que tenia en algunos de los cartones. Cada que me veía me decía; "Y Ramón, ¿nos jugamos un cartón?". En algunas oportunidades ganamos. También compartía aquellas tardes de Bingo, un señor alto, con lentes bastante gruesos, que más tarde supe era el fundador de CX 12. Una tarde escuchamos desde el fondo del salón una voz potente y eufórica que grito "¡Bingo!". Todos los presentes nos dimos vuelta y apreciamos a quien le tocó con la varita mágica la diosa fortuna. Pese a no haber ganado, me sentía contento de que fuese el pues era una persona muy afable y sumamente gentil en su trato. Debo confesar que lamentablemente no conocí su nombre. Efectuaba aquel viaje en tren de placer, a la vez que aprovecharía su estada en la Madre Patria para grabar un jingle publicitario, ya que aunque parezca mentira, por esa época (y aún hoy) salía más barato en términos generales efectuar la grabación en España u otro país que en el nuestro. Esto me lo contó sabiendo que sentía una gran pasión por los medios de comunicación. Pasión esta que se iría acrecentando a través de los años dentro de mi ser de diversas formas.

Pero no quiero ni debo irme del relato, y como dije anteriormente, en aquel salón de forma circular que por las tardes se jugaba al Bingo, en las noches frescas se convertía en una sala cinematográfica. Y ahí fue donde por primera vez vi una película de Jaimito, un singular personaje del cine mudo, que junto a Chaplin y otros genios del celuloide de principios del siglo veinte, fueron la columna vertebral de la industria sin chimeneas, de la fuente por donde salieron las verdaderas estrellas del Séptimo Arte. En las noches cálidas, tal como dije, las sesiones cinematográficas se hacían en la parte posterior de cubierta, donde había una pequeña cabina por donde salían los haces de luz del proyector. La pantalla estaba sujeta a una de las paredes de aquel salón. Cuando había Luna, resultaba si se quiere un espectáculo que de cierto modo rozaba con un estado de encantamiento, pues los elementos que componían aquella escena así lo hacían sugerir. Por un lado nuestro Satélite natural ejerciendo la función literal de faro en medio del océano. Por otro, el suave murmullo del mar que me transportaba a un estasis casi total, si no hubiese sido por la atención que le prodigaba al film que se estaba exhibiendo. Me sentía totalmente relajado en ese ambiente prácticamente natural.

En medio de la cubierta se encontraba la piscina, en la cual más de una vez, y con la ayuda de mi padre me di algún que otro chapuzón. Era habitual, diría más, un verdadero ritual, que cuando se cruzaba la línea ecuatorial, el ser bautizado "En nombre de los dioses del mar". En dicha ceremonia como es de suponer, se utilizaba la piscina donde eran sumergidos de improviso los que deseaban ser bautizados. Esto ameritaba percibir por quienes no éramos bautizados escenas jocosas. Así, alguno que no deseaba zambullirse era empujado por ora persona desde atrás y, ¡Al agua pato! Lisa y llanamente.

Los Quince que duró la travesía fueron muy divertidos, pese a que mi mente y mis recuerdos se encontraban aquí, en mi país, en mi mundo junto a mis abuelos y lo que había dejado. Mucho, poco, no importa. Un sentimiento de nostalgia invadía por momentos mi ser. Pero debía hacer frente a esa  nueva propuesta que se presentaba en mi existencia.

Aproximadamente una semana estuvimos transitando por el Atlántico hasta que llegamos a las Islas Canarias, más precisamente al Puerto de Santa Cruz de Tenerife en horas del medio día. Tras el Almuerzo mis padres y yo nos dispusimos a dar una vuelta por la isla. Dicho así suena como si se tratase de una aventura de expedicionarios en alguna isla desierta. Pero la realidad era evidentemente muy diferente. La Isla de Santa Cruz de Tenerife tenia edificaciones muy modernas para la época que contrastaban con el ambiente casi paradisiaco que predominaba en el lugar de clara tendencia tropical. Palmeras y vegetación relativamente abundante, conformaba el entorno de la isla. Dispuestas en amplias avenidas y en diferentes plazas del centro.

A la salida del puerto existía una especie de zona franca que, por aquel entonces se denominaba "Puerto Franco", y allí se podía adquirir toda clase de electrodomésticos como también ropa sin tener que pagar impuesto alguno. Dicha zona era explotada principalmente por personas de origen libanés, que se destacan por tener labios abultados y de color rojizo morado. Muchos pasajeros compraron diversos artículos, y al día siguiente ya en alta mar, se quejaban de que no les funcionaban. Era una verdadera lotería acertar si andaban o no, y como tal uno debía arriesgarse. Mi madre adquirió unos Souvenis y una tela elaborada por los nativos del lugar.

Caía la tarde cuando el "Cabo San Roque" zarpó del Puerto de Tenerife poniendo proa a la Ciudad de Vigo. Otra escala que efectuaría la nave. Las luces de las viviendas y de los comercios se encendían lentamente, con la misma lentitud que el barco surcaba las aguas de aquella bahía a fin de reingresar en su ruta. Mientras esto sucedía, yo contemplaba el paisaje cual si fuera extraído de un libro de cuentos. Ya tarde en la noche, volvimos a cubierta y en la lejanía del horizonte, aún se percibía el destello de alguna luz perteneciente al escenario nocturno de esa isla, un sitio de este mundo inigualable por su exuberante belleza natural a que hice referencia  líneas arriba, al igual que las demás islas que componen el archipiélago Canario, abundante en riquezas naturales.

Al día siguiente todo volvió a ser igual. Es decir predominaba el mar y el cielo. Recién en el segundo día por la mañana comenzamos a divisar muy difusamente la silueta de algunos edificios pertenecientes a la franja costera de Portugal. Y aunque el barco no efectúo escala en dicho país, a mi manera y al igual que otros pasajeros la hice,  pues con Radio portátil, en mi caso era la Spica, sintonizaba alguna Emisora del país cuyas aguas territoriales surcaba la nave. Se escuchaba en forma muy nítida debido a la pureza del ambiente. Es decir, sin obstáculo alguno que perjudicase la audibilidad. Esta especie de anécdota resultaba muy frecuente al llegar a las proximidades de alguna zona costera. Esto podía derivarse del ansía que tenían la mayor parte de los pasajeros por mantener contacto con tierra firme.

Yo lo hacía como mero hobby, para averiguar que es lo que se podía captar. De esa forma surgía en mi una nueva pasión que más adelante conjuntamente con el periodismo se iría acrecentando. Me refiero a la captación de ondas radiales de otras latitudes que se conoce con el nombre de Diexismo, y que está basado principalmente en la recepción de la onda corta. Es algo semejante a los Radio aficionados, solamente que estos ejercen la labor de trasmitir a través de equipos emisores, mientras que el Diexista realiza su afición mediante equipos receptores. A fin de esclarecer un poco más lo que es un Diexista, diré que básicamente este hobby lleva la sigla DX, lo cual quiere decir; D, distancia. X, remota.

Pero volvamos al viaje, a la narración de una travesía sin igual, y para ello debo decir que llegamos a Vigo, a las siete de la mañana aproximadamente. Cuando terminamos de  desayunar, mis padres y yo efectuamos un breve recorrido por la zona portuaria de esta ciudad de Galicia. Pese a la brevedad de la estadía, la misma me resulto sumamente enriquecedora, pues en dicha ciudad al igual que en toda la ría gallega, el principal sustento de sus habitantes radica en la industria pesquera que es explotada al máximo, al punto tal que existían por aquel tiempo, dentro del mismo puerto verdaderas subastas donde la pieza era el pescado fresco recién extraído del mar y puestos a disposición del mejor postor, el que se llevaba un importante lote de productos del mar, de ese mar que a menudo lo depredamos contaminándolo de diversas maneras. Sacaban a los peces, principalmente mariscos, prácticamente vivos poniéndolos en cajones debidamente acondicionados para tal efecto. Lo que más me impresionó fue apreciar a la Langosta de mar moviendo sus miembros en forma de "pinzas" convulsivamente, como tratando de ganarle la batalla a la muerte segura.

Vigo es una ciudad, al igual que las demás de esa zona de España, de clima fresco y muy lluvioso. Afortunadamente aquella mañana se presentaba fresca si, pero con un cielo totalmente azul lo que daba aún más la sensación de respirar un aire plenamente puro. Y así debía ser pues la contaminación no hacía estragos en esa ciudad, la cual se asemejaba un poco al Montevideo que había dejado. No precisamente por la conformación arquitectónica, sino debido a un raro misterio que flotaba en la atmósfera, y que resulta un tanto difícil descifrar. Lo cierto era que me sentí muy cómodo durante las pocas horas que pasamos en Vigo. La estructura edilicia de las inmediaciones del puerto, si bien era antigua en su concepción original, se diferenciaba notoriamente de la apreciada en Santos. Las calles confluían hacía el centro de la ciudad. Eran empinadas por lo cual resultaba fatigoso a mi padre, hacer un recorrido relativamente largo, ya que como dije (y con toda seguridad lo volveré a repetir) me llevaba en los brazos, y si bien tenia la altura normal de un ser de ocho años, la misma no le resultaba demasiado cómoda que digamos. Pese a ello, esto no fue obstáculo para recorrer diversas zonas de Valencia y Barcelona, constituyendo verdaderas "andanzas" que luego veremos, puntos en los cuales centramos la estadía en la madre patria por espacio de seis meses.

Sobre el medio día regresamos a bordo con el fin de Almorzar, y cuando culminamos subimos a cubierta en donde habían unos conocidos con quienes comentamos algunos aspectos relativos a esa ciudad que dejábamos atrás. Sobre la tardecita, se izó nuevamente el pabellón Español ubicado cerca de la chimenea de la nave, la que puso proa hacía la ultima escala, Algeciras, una ciudad situada en el limite imaginario de los océanos Atlántico y Mediterráneo. Pertenece a Andalucía encontrándose muy cerca del Peñón de Gibraltar, lo que ya mencioné anteriormente acerca de los parámetros que ese lugar representaba para la época. Una época signada por la "Guerra Fría" entre las principales potencias. Más allá de esto, España bregaba para que se le devolviera esa franja de tierra. Las negociaciones resultaban infructuosas debido a una serie de elementos entre los que se encontraba la buena posición logística. Esta de más decir que en el momento que el barco pasó por dicho  lugar, se me despertó una fuerte curiosidad por ver el área mencionada, y tratar de descubrir algún periscopio que emergiera de las aguas. La duración del pasaje del "Cabo San Roque" fue de dos horas aproximadamente y es de destacar que nada surgió de las profundidades oceánicas.

Arribamos a Algeciras en una mañana gris, plomiza y lluviosa, por lo que no resultaba agradable bajar a tierra. Inclusive había niebla y la visibilidad era muy reducida, debido a lo cual no se apreciaba prácticamente nada de la referida ciudad. Estaba junto a mis padres en el salón de los ventanales al cual hice referencia anteriormente debido al fenómeno climático aludido. Desde allí solo se apreciaba una parte del muelle. Fue una lástima no haber podido bajar con el claro objetivo de conocer más profusamente Algeciras. Pero contra la naturaleza nadie puede. Así pues dejamos aquella ciudad con ese tono grisáceo y pleno de melancolía que provoca la llovizna tenue pero molesta, enfilando la proa hacía Barcelona donde arribamos luego de tres días de navegación.

Entre las diferentes curiosidades que se fueron suscitando a lo largo del viaje, hay una que con  toda seguridad el lector se habrá dado cuenta, (por lo menos así lo supongo) y es que en todas las escalas que efectúo  el barco este llegó en horas de la mañana. Desconozco el motivo pero así era. La llegada a Barcelona no podía constituir la excepción. El día 24 de Mayo arribamos a nuestro destino, luego de haber transcurrido una excelente travesía, y que con seguridad no he reflejado en su real dimensión, pues para describir todo lo sucedido en el viaje seria necesario un libro completo sobre el tema. Sin embargo, con el fin de redondear mi experiencia en el "Cabo San Roque", he de reiterar algo que exprese en el capitulo anterior. Y es que si de algo puedo estar contento en esta vida, es que he podido vivir los últimos años de una época que lamentablemente no volverá, lo mismo que los trasatlánticos. Viendo ese hecho en retrospectiva siento en lo más hondo de mi ser que he tenido un gran privilegio imposible de igualar, aún hoy con la más moderna tecnología a nuestra entera disposición. Existen hechos que trasuntan lo material ofreciendo un regocijo trascendental en la existencia. La placidez y el encanto que causa una travesía marítima es desde diversos puntos de vista algo inigualable, y por qué no, inimaginable. Hoy el ritmo vertiginoso de la vida, no nos permite continuar disfrutando de esos pequeños grandes placeres que conformaron de buena manera, el esquema existencial de décadas pasadas.

Al igual que el placer que constituía viajar en barco otros placeres se han ido perdiendo, se han ido desdibujando, resquebrajando, para dar paso a sensaciones irreales que, sin embargo concitan nuestra atención porque así lo reclama la vida de hoy.

Como también he expresado, la década de los 60 y parte de los 70 marcaron el limite de esa época. Afortunadamente fui testigo de ese cambio de las estructuras socioculturales, lo cual me alegra enormemente. Las costumbres, las tradiciones, los fundamentos esenciales han sufrido ese cambio extraordinario que escapa en parte, al entendimiento de quienes ya estamos cerca de los cuarenta. Es cierto que gracias al aumento en la perspectiva de vida, tener dicha edad no representa ser viejo, como se suponía hasta hace cierto tiempo. Pero obviamente que esto da un importante margen para opinar acerca de la evolución concitada en ese aspecto. Es así entonces como se han ido perdiendo dichos valores que redundaban en beneficio de la familia como institución, y no solo esto sino también en el factor amistad que era algo sumamente sagrado hasta entonces. Si, es cierto que me he ido de la narración propiamente dicha, pero creo que era menester para describir en parte, lo que sentía (y siento) frente al vertiginoso debate que, como dije nos tiene encarcelados la vida moderna.

No voy a seguir con esta suerte de análisis, y si continuaré con la narración cronológica de los aspectos más relevantes de mi existencia. Así debo decir que una vez que el barco ancló en el Puerto de Barcelona y tras efectuar los tramites correspondientes en la dirección de aduanas, nos dirigimos a casa de mi tía Adelita quien había regresado a su tierra natal cuando yo  tenía dos años. Solamente la conocía a través de fotografías que enviaba y, claro está, a través de lo que me contaban mis padres, mis abuelos y mi tía Carmen, por lo que encontrarme con ella mediante la presencia física fue muy emocionante y emotivo, ya que habían transcurrido seis años y el tiempo en la distancia se agranda, se multiplica no se por cuanto, pero algo dentro de nosotros hacer crecer ese sentimiento que se afianza dentro de nosotros. Mi tía Adelita residía en ese momento en un departamento de una zona de Barcelona considerada ecológica y que, en cierto modo constituía uno de los pulmones de esa ciudad netamente industrial desde la cual envían diversos productos hacía otras zonas Españolas. En la Avenida donde residía abundaban los arboles.

Por ser Barcelona tan industrial, el índice de smog es relativamente alto, aunque esto es atenuado debido a que la ciudad está prácticamente rodeada por una franja montañosa, lo que provoca una renovación constante de aire. Pese a tener cerca el mar, la ciudad Catalana no es demasiado húmeda. Posee amplias avenidas siendo la más conocida diría a nivel mundial, la "Rambla de las Flores" donde los más raros especímenes humanos hacen su aparición. La Rambla de las Flores nace (o muere) en el puerto. Debo aclarar, aunque muchos de ustedes lo deben saber, que esa vía nada tiene que ver con lo que nosotros consideramos "Rambla" y que circunda la franja costera Montevideana. Se extiende desde el puerto Barcelonés hasta el centro de esa metrópolis cosmopolita. Otra importante avenida es la Diagonal siendo más de transito vehicular y está insertada en pleno centro de la ciudad. A ambos lados grandes edificios y centros comerciales se levantan realzando de un modo moderno la zona.

Evidentemente que lo narrado hasta el momento y mucho más, lo conocí en los tres o cuatro viajes que hice con mis padres desde Valencia, ciudad en la que nos asentamos, y porque no, conformamos una "base de salida" hacía otros puntos de la rica Geografía Española como veremos más adelante. En ese primer encuentro con mi tía Adelita y con la tierra de mi madre, estuvimos durante tres días con la firme promesa de volver.

Partimos rumbo a Valencia haciéndolo a través del tren. Debo expresar que era la primera vez que viajaba por ese medio de transporte que a diferencia de las unidades utilizadas por AFE eran ferrocarriles sumamente modernos, tanto a nivel estructural como técnico. Los asientos eran Pullman reclinables, igual que los usados y puestos en practica en los aviones. A mi me colocaban en el asiento de la ventanilla la cual era bastante grande al igual que las demás obviamente. El nombre o la denominación de esos trenes era "Talgo" pertenecientes a la compañía estatal de ferrocarriles Españoles, y la velocidad que alcanzaban dichas unidades era de 200 KMTS. Por hora. Debido a todo el trajín de la llegada, por la emoción de conocer personalmente a mi tía Adelita, y todo aquel cambio suponía un agotamiento singular en mi mente. Las emociones tanto buenas como malas, conllevan a ese estado anímico del cual resulta necesario reponerse debidamente. A consecuencia de esto me resultó casi imposible apreciar en su real dimensión los pormenores de aquel primer viaje en tren. Sin embargo aún me quedaba alguna neurona en buen estado como para darme cuenta de que la duración promerdial entre Barcelona y Valencia era de cinco horas con diversas "paradas" (o escalas) y primordialmente su ruta la efectuaba por pueblos y ciudades linderas a la costa con  paisajes verdaderamente de ensueño. Se combinaban a la perfección el macizo montañoso, en algunos puntos que recorría el tren, con el Azul del Cielo y el verdor del Mar. Los pueblitos (como quizás diré más adelante) se sucedían uno tras el otro cual si fuese una cadena interrumpida tan solo por el verde de las huertas y largas extensiones de terrenos que con el devenir de los años se irían (y de hecho así ocurrió) poblando y dando más vida a la región. No hay que olvidar que en esas tierras convivieron diversas culturas, generándose un importante abanico que dio pujanza a la península ibérica propiamente dicha. Más adelante iré narrando diversos hechos históricos que pude recabar y apreciar desde mi perspectiva, con el propósito no solo de cimentar lo aquí expresado, sino para compartir con usted la rica y multifacetica historia.

Llegamos a Valencia de tardecita, y desde la estación del tren mi madre llamó por teléfono a un primo de ella con el propósito de que nos viniese a buscar, ya que se había ofrecido a hacerlo a través de las cartas. Así lo hizo, y de esa forma comenzaba a conocer nuevos integrantes de mi familia. Dicho primo tiene dos hijas, una de las cuales es Uruguaya pues habían vivido durante unos años aquí. Estuvimos en su casa (que era un hermoso departamento) por el termino de una semana, mientras mi padre buscaba una vivienda para nosotros. Este hecho tan simple da una pauta de la manera de ser de hace treinta años. La solidaridad entre integrantes de la familia resultaba algo común y normal. Al cabo de ese tiempo se pudo conseguir uno ubicado en una avenida que era la continuación de la carretera a Barcelona. El transito que circulaba por dicha vía era sumamente fluido. La avenida que en esa época se llamaba "Cardenal Beinllok" poseía dos manos de transito.

El departamento era ideal para nosotros pues tenia dos dormitorios. Un Living-Comedor amplio, y un gran ventanal situado al centro de este, que funcionaba también de puerta que daba a una terraza en la cual, y como era verano, mi madre me ponía la colchoneta y efectuaba mis ejercicios. Era un segundo piso de un lindo edificio hecho hacía un año aproximadamente. Yo me iba adaptando muy lentamente a ese nuevo modo de vida que representaba vivir en un departamento, ya que como queda plenamente claro estaba acostumbrado a residir en casa, y en un medio donde reinaba la naturaleza en su plenitud, y donde con las limitaciones propias de mi discapacidad me movilizaba con el triciclo de un lado al otro de la casa, con lo cual tenia cierta independencia en mi desarrollo. Creo que ello lo he manifestado ya, pero es bueno reiterarlo pues va implícito la enorme importancia que conlleva para un discapacitado poseer cierto margen de libertad (para usar otro termino que está ligado con la temática) a fin de realizar pequeñas o grandes actividades de diversa categorizacion. Afortunadamente el departamento era muy luminoso, y la claridad que a través del ventanal entraba, hacía en parte menguar la necesidad casi irrestricta del contacto con la naturaleza.

Debo decir que la ciudad de Valencia es muy conocida a nivel internacional a causa de las "Fallas", una tradicional fiesta que se celebra el día de San José, patrón de la ciudad, (19 de Marzo) en la cual se hace una gran fogata en donde queman gigantescos muñecos que representan a personajes o hechos de actualidad. Es de hacer notar que España es una nación (aún hoy) sumamente católica, habiendo naturalmente libertad de culto. Es bueno hacer esta precisión para que quede en claro la cuestión santoral a que hice referencia, con la debida proyección en el área social cuyas raíces brotan de la fe religiosa. Esto por un lado. Por otro lo hago pues a lo largo de este relato iré describiendo algunos lugares que tienen dicha característica.

En el área de la gastronomía, se realiza la Paella un plato típico de la región levantina, a base de Arroz y Mariscos en algunos casos. En otros se pone Pollo o Conejo siendo en cualquiera de los casos un verdadero deleite para el paladar, y que dicho sea de paso, mi padre pese a ser Rumano la sabe hacer muy bien ya que mi abuela materna al ser oriunda de esa región de España le enseño los secretos del exquisito plato. Además de estas tradiciones Valencia posee una rica historia milenaria pues los primeros asentimientos humanos en las tierras que comprenden la actual comunidad Valenciana se remontan a un momento avanzado del ultimo periodo interglaciar conocido como "Risswurm". Según los expertos, en ciertas zonas de esta parte de España habitaron algunos grupos humanos pertenecientes  al Neanderthal, vale decir el primer Homo Sapien. Las diferentes épocas de la prehistoria dejaron importantes huellas que dieron de algún modo, mojones que más tarde conformaron la historia. Así según algunos textos clásicos, la cultura ibérica se va forjando a partir del Siglo VII A.de C. cuando se funda entre dos zonas la colonia Hemeroskopeion cuyos restos no han sido descubiertos. Debo acotar que por tierras Valencianas pasaron importantes civilizaciones como ser Los Fenicios, sin dejar una huella insondable pese a su singular importancia dentro del contexto histórico propiamente dicho.

Valencia posee aún en pie importantes monumentos edilicios de los Siglos XIII y XIV D.C. que son verdaderas joyas de la arquitectura, y que tuve el privilegio de conocer y asimilar debidamente. Me interesaba  todo aquello, pues sin saberlo en forma fehaciente, me encontraba en una fuente inagotable de conocimientos históricos, dados por supuesto, por la diversidad de acontecimientos acaecidos en esa tierra desde la prehistoria hasta el apogeo del periodo pautado por el periodo romano. Me voy a permitir nuevamente apartarme del relato de mi existencia, a fin de desarrollar como corresponde ese periodo de la historia.   

En septiembre del año 218 A. De C. Según narran las crónicas de la época, desembarcó en Ampurias Cornelio Escipion, con quien se inicia la intervención armada de Roma en la península. Unos años más tarde (en el 212 A. De C.) Publio Cornelio Escipion reconquistó Sagunto que fuera tomado por el general cartaginés Aníbal en el 221 A. De C., mientras que el resto del territorio Valenciano caería poco después en manos de la metrópoli hacía el 209 A. De C., cuando fue tomada Carthago Nova la capital de los Barquidas. Sin embargo, no será hasta la llegada de Augusto, en el primer siglo de nuestra era, cuando se puede hablar propiamente de una profunda romanización de la región Valenciana, aunque perduraron algunos poblados ibéricos con su cultura autóctona que a lo largo de los años se iría diluyendo, en tiempos de la República primero, y del imperio después, a favor de los modos romanos. Durante el siglo 1 A. De C. Se dan diversos combates en tierras del Levante Español, entre los que hay que destacar las guerras civiles entre Cesar y Pompeyo. Las tropas del primero de los nombrados, emplearon a esta región como lugar de paso hacía la Betica donde terminaron por dominar las huestes de Pompeyo en una cruenta batalla. Debo decir para finalizar por esta recorrida a través de la historia de la romanización, que la etapa del alto imperio romano abarca el periodo comprendido entre la época de Augusto y los años finales del siglo III de nuestra era. Durante este periodo la región Valenciana pertenecía a la provincia de Hispania Citerior cuya capital era Tarraco.

Aquello era tan solo el comienzo de mi pequeña gran aventura a través de diferentes escenarios que fueron testigos de un proceso histórico que, de una manera o de otra, nos importa e interesa a todos, dada su proyección a nivel de pilar fundamental de conocimiento básico. Es así que la historia más allá de su concepción real, nos ofrece la posibilidad de almacenar en nuestras mentes, datos e información sumamente importante para nuestro enriquecimiento cultural. Y eso a grandes rasgos era lo que me sucedía. Sentía, si se me permite decirlo así, una necesidad de conocer cada vez más sobre la temática en cuestión, pues resulta como una bola de nieve que se agiganta de manera cuantitativa, debido a que cada hecho resulta una clave en la enorme espiral de la historia. Es bueno remarcar aquí y ahora que desde mi iniciación en la escuela, comprendí que sin historia resulta muy pobre la existencia del ser humano. Luego aprendí que la base de la sabiduría oriental, radica en conocer a la perfección los conocimientos dejados por los antepasados. Algo similar por cierto a lo que se me enfrentaba en ese momento de mi vida. También aprendí la importancia de conocer diversos hechos enmarcados en esta temática, con el fin de proyectarme hacía nuevas perspectivas. Si bien esto lo manifiesto en primera persona, pretendo que de alguna manera usted amigo lector, se haga participe de esta visión pues actualmente, y por diversos motivos los vamos perdiendo de manera acelerada, dentro de lo cual me incluyo en la actualidad.

Debo retomar el  relato de mi estadía en la madre patria, y así diré que durante el primer mes de nuestra llegada a Valencia, y una vez ya en el departamento, mis padres y el primo de mi madre, se dispusieron a averiguar algún centro de rehabilitación para mi. Mientras ello sucedía no perdíamos el tiempo; visitaríamos la más amplia gama de reliquias arquitectónicas, principalmente iglesias y museos de los siglos antes mencionados. Valencia en esa época era una ciudad en constante expansión edilicia hacía los cuatro puntos cardinales. La huerta Valenciana era una de las cualidades de aquel territorio, siendo la producción de naranjas una de sus principales industrias naturales, o como se dice, industria sin chimenea. El clima se torna insoportable en verano, pues el calor es predominantemente húmedo. Recuerdo que ya de buena mañana, mi madre encendía el ventilador que habíamos adquirido en una tienda de electrodomésticos al poco tiempo de habernos instalado en el departamento, y solamente lo apagábamos cuando salíamos a la calle, cosa que hacíamos todos los días con el fin de conocer todos los rincones de aquella pujante y bella ciudad, de donde había surgido la raíz materna.

He narrado anteriormente parte de la historia de esa región de España. Pero seguidamente proseguiré rescatando otros aspectos de la misma, y así diré que tras el asentamiento de griegos y cartagineses  a orillas del río Tyris y la segunda guerra púnica. Los romanos fundaron en el año 138 A. De C. La ciudad de Valencia. Las invasiones barbaras rompen con la romanización facilitando la ruralizacion y la casi desaparición de las actividades comerciales. Valencia pasa a estar bajo la influencia visigoda, periodo poco conocido, durante el cual se acuñó por primera vez moneda en la ciudad. Es de destacar que en el siglo XVII se produce la expulsión de los moriscos y judíos y el cada vez más preponderante poder de la nobleza, provoca la ruina del país. A la muerte de Carlos II y durante la guerra de sucesión, se produce de nuevo una confrontación entre el campesinado y la nobleza, siendo esta la vencedora de la batalla de Almansa en el año 1707, lo que da como resultado una perdida foral así como una progresiva degradación de la autonomía cultural y política. En el siglo XIX se producen varias epidemias que diezman a la población, y aparece el desvanecimiento de las perspectivas liberales con la instauración del  absolutismo tras el regreso de Fernando VII y, más tarde, en el proceso de las guerras carlistas con el fracaso de los grupos republicanos. Como se aprecia, la riqueza histórica es sobresaliente al igual que en otras zonas de España. Y si me he detenido más profusamente aquí es por un hecho puntual y lógico. Era el lugar donde habíamos decidido vivir.

Luego de desayunar, mi padre me alzaba en sus brazos y salíamos a recorrer la ciudad, internándonos literalmente en diversas arterias y avenidas céntricas. Debido a si se quiere una falta de practicidad, durante el tiempo que estuvimos por esas tierras, no tuvimos la certera idea de adquirir una silla de ruedas, a fin de hacerle más llevadera esa carga que representaba el peso de una criatura de ocho años como era yo, aunque mi complexión era delgada. Pese a ello, esto no representaba ninguna traba para efectuar las referidas recorridas. Es curioso, pero en muy contadas ocasiones tomábamos algún taxi u ómnibus. Solamente lo hacíamos al ir hacía el centro y de allí nos manejábamos a pie. Otra de las ocasiones era cuando íbamos a la estación de tren para viajar hacía Barcelona.

Si bien Valencia era (y es) una gran ciudad, la actividad se focalizaba principalmente en el centro, donde también se concentraban la mayoría de los monumentos y edificios históricos.. la "Plaza de la Virgen" se convirtió en el lugar preferido para realizar algún que otro descanso tras horas de intenso andar. Nos sentábamos allí, o en un bar cercano donde en una de esas jornadas escuchamos hablar detrás nuestro a tres personas con acento rioplatense. Mi padre giró la cabeza para preguntarles de donde eran. La respuesta no se hizo esperar, indicando que habían venido de Buenos Aires con el fin de comenzar una nueva etapa centralizada en el orden económico. En esos momentos se comenzaba a generar el proceso paulatino de la emigración desde estos países, a causa de diversos motivos, algunos de los cuales obedecían a factores generados por "climas" socio-politicos adversos a la ideología de cada individuo. Con esas personas estuvimos conversando por espacio de una hora aproximadamente.

A pocas calles de allí, se hallaba la Lonja, edificio construido entre los años 1482 al 98. Este edificio es de estilo gótico con detalles del renacimiento. Allí se reunían los mercaderes según pude saber para concretar sus respectivos negocios, y abastecerse de ciertos productos. Representaba en cierta forma como un "mercado de abasto". Era un monumento al cual le tomé cierto cariño, inexplicable si se me permite decirlo. En la misma vereda había otro bar, donde también de vez en cuando nos sentábamos a tomar Horchata, una bebida refrescante elaborada a base de Chufas, semillas de consistencia oleaginosa que al machacarse suelta un jugo lechoso, muy rico en proteínas y como dije, muy refrescante. Luego supe que aquí en Montevideo en la década del 40 habían sitios donde se expedía esta bebida.

Algunas noches nos reuníamos en el departamento del primo de mi madre, conformándose extensas tertulias familiares que se prolongaban por lo general hasta las doce o la una de la madrugada, conversando o disfrutando de los chistes que relataban a manera de contrapunto mi tío y el novio de la hija mayor de este que era Andaluz, y todos sabemos de la facilidad que tienen los nativos de la parte sur de España para efectuar la más variada gama de bromas. Mi tío pese a ser Valenciano, no quedaba atrás en esas lides.

En los fines de semana la fiesta tomaba otros ribetes, ya que nos íbamos con ellos a recorrer vía carretera, diversos pueblos y ciudades circundantes. Debo decir que mi tío se sentaba en el auto, y se olvidaba del tiempo y de los kilómetros que hacía. Yo disfrutaba de lo lindo, pues me entusiasmaba llegar a lugares desconocidos en un afán de conocimiento que para nada se agotaba. Cada pueblo, cada lugar que visité, posee su propia historia, sus propios rasgos estructurales que difieren sustancialmente unos de otros. En mis recorridas lo pude comprobar fehacientemente y a la vez, disfrutar de cada esquema estructural primordiando la amplia gama de fiestas y eventos culturales que hacen al acervo e identidad de cada zona.

Es importante destacar esta faceta social que, obviamente, la palpé muy hondo sirviéndome de base a fin de cotejar y realizar un paralelismo de la idiosincrasia e identidad. Cada lugar no es común a los demás, viéndolo en el ejemplo de la anécdota entre mi tío y su ahora yerno. La diversificación es muy amplia y frondosa, proyectándose en mi como una suerte de contra cara pues aquí esto no subyace. La gente se integra de una forma total a las fiestas regionales, vibrando y haciendo vibrar a quienes no participan desde dentro mismo.

A esta altura del libro debo aclarar que no sigo básicamente un orden cronológico, en primer lugar por que caería en una suerte de "diario de viaje" y esto pese a ciertos elementos que podrían demostrar lo contrario, no pretende serlo como se me expreso en determinada oportunidad. El viaje y la estadía en España conforman un mojón dentro de mi existencia, o mejor dicho, de este periodo considerado como mis mejores años.

En segundo lugar por que no recuerdo con la debida exactitud (y así lo debo confesar) las fechas de cada una de las excursiones que hacíamos en el coche de mi tío. De esta forma diré que una mañana de Domingo partimos hacía una población de 3.500 habitantes que se denomina Peñiscola. Al llegar me enteré que antiguamente era un promontorio o peñasco milenario adentrado en el Océano mediterráneo. En la actualidad gracias a la ingeniería se encuentra unido a tierra firme. La roca donde se yergue la ciudad tiene cincuenta y cuatro metros de altura. El hecho más significativo y que la convierte en un hito universal, es el de haber sido convertida en residencia papal, en el periodo comprendido entre los años 1411 hasta 1423 merced a una orden impartida por Benedicto XIII, conocido también como Papa Luna. El acontecer histórico de Peñiscola, ha discurrido prácticamente por todas las civilizaciones occidentales. Sus cuidadas calles, que recorrí en los brazos de mi padre disfrutando de la belleza del lugar, fueron testigos de diferentes ordenes militares y religiosas, de reyes diversos, asedios y heroicas batallas y portadoras de escudos heráldicos.

Su riqueza monumental, paisajista y humana, la han convertido en la "Perla del mediterráneo", llegando a ser uno de los centros turísticos más importantes de la comunidad  Valenciana. Finalizada la recorrida por las calles de Peñiscola que eran en su gran mayoría de granito o pedregrullo, conformadas de manera tal que se asemejaban a escalones por los cuales en forma circular se subía hasta donde estaba ubicado el Castillo al cual nos introdujimos por una puerta en forma de arcada. Su construcción data de la Orden del Temple, entre los años 1294 y 1307 siendo edificado sobre los restos de un castillo árabe. Fue continuado por la orden de Montesa y finalizado por Papa Luna. Se trata de una obra recia, de aspecto medieval perteneciente al periodo románico del siglo XII, austero y carente de ornamentación. Lo que me impacto fueron sus bóvedas y dos cañones apuntando hacía la ciudadela que aún conserva sus murallas las que fueron construidas en época de Felipe II. Mi padre me asomó desde lo alto del castillo, y aprecie un profundo despeñadero que, lógicamente daba al mar. En mis visitas a diferentes castillos o fortalezas, pude comprobar también la inteligencia de aquellos soberanos que se hacían construir sus recintos y moradas en lugares de difícil acceso para sus enemigos, y a la vez podían apreciar desde lo alto si este hacía su aparición en escena, dando el tiempo necesario para preparar una buena defensa.

El Sol del medio día caía con toda su fuerza y en su máxima plenitud. Cuando salimos del Castillo fuimos a tomar un refresco y comer un bocadillo (nombre que se le da a la minuta al pan) para posteriormente regresar al auto. Fue un lindo paseo del cual aprendí bastante, y que he reseñado en materia de historia. Era por demás una edad excelente para asimilar todo cuanto pasaba y entraba en mi mente, y almacenar toda esa información en mi cerebro de manera tal que con el paso del tiempo puedo aún conservar el más puro recuerdo.

Claro, como dije en sucesivos fines de semana mi tío me llevo junto con mis padres a conocer otros lugares. Pero aquel día lo finalizamos recorriendo las carreteras sin rumbo fijo, tal como le gustaba a él, y por que no decirlo, a mi también. Aquí surge una faceta de mi personalidad y que está enmarcada en el hecho de ser, pese a mi discapacidad, aventurero y explorador. Me gustaba andar por lugares desconocidos y averiguar que hay más allá. Lugares indómitos para mi eran como verdaderas golosinas que saboreaba de buen agrado. Y con mi tío, con ese tío, hacíamos una buena dupla.

He de manifestar que las carreteras estaban en perfectas condiciones de pavimento, y el automovilista respetaba toda la señalización vial. De lo contrario era pasible a severas sanciones, pues la guardia caminera se encontraba escondida, y ante la mínima infracción se hacían presentes dos motociclistas, que se denominaban popularmente "Los Angelitos" debido a que iban en pareja. Aclaro que dicha guardia equivaldría a nuestra policía caminera. Este respeto me llamó poderosamente la atención, pues aquí ya en aquellos años con un parque automotriz muy inferior al que hoy cuenta nuestra ciudad, se hacía caso omiso a las reglas de transito.

Regresamos a Valencia, al departamento de la Avenida "Cardenal Beinllok" en espera del próximo fin de semana cuando con toda seguridad volveríamos a recorrer diferentes lugares parra mi desconocidos hasta ese instante. Mi tío trabajaba como vendedor y corredor de una firma dedicada a artículos de iluminación, y además hacía por su propia cuenta cinturones y mallas de relojes de cuero fino. Debido a su trabajo estaba acostumbrado a recorrer las carreteras con gran agilidad y destreza.

Ya se había averiguado el nombre y dirección de un centro de rehabilitación para personas minusvalidas al cual debería ir. El mismo estaba ubicado en un barrio a las afueras de la ciudad (por lo menos en aquella época así era considerado el lugar) cuyo nombre es barrio "de la Malvarosa". Mi tío había hecho los contactos pertinentes, y una mañana se concreto una cita con la Doctora encargada de la parte de fisioterapia. Ella en esencia no era técnica en dicha arrea. Era si la coordinadora de esa sección. Mi tío nos llevó con el auto hasta el referido centro. Se trataba de una casona de la década del veinte con una amplia puerta que daba a un pasillo conduciendo este a la habitación que oficiaba de sala de recepción, o de oficina en donde fuimos recibidos por dicha Doctora.

Las paredes de la habitación estaban pintadas de blanco. En un costado había una mesa de madera que ejercía la función de escritorio, arriba del cual había una ventana semi abierta.

Detrás del escritorio se encontraba vestida con una túnica blanca la coordinadora de esa sección. Se trataba de una señora de unos treinta y cinco años. Hallabase en periodo de gestación. Tenía cabello rubio y un carácter que dejaba mucho que desear a causa del estado en que se encontraba. Luego de efectuarle ciertas preguntas puntuales a mi madre referentes a mi caso, le dijo a mi padre que me colocara en el suelo donde me hizo efectuar algunos movimientos a fin de apreciar mi grado de minusvalia. Entre esos movimientos se encontraba el gatear, cosa que hacía muy bien gracias a la practicidad obtenida en las sesiones fisioterapeuticas que lleve a cabo con Margarita Baso. Al ver mi desenvolvimiento la coordinadora manifestó en forma textual: "Ustedes en Uruguay están mucho más avanzados que nosotros en esta materia". Y me hizo dar otra vuelta por la habitación gateando. La afirmación efectuada por la profesional nos desencajó bastante en nuestros planes y pensamientos, ya que habíamos ido con un objetivo básico; mi rehabilitación.

Aquel día era Jueves, y la coordinadora hizo pasar a uno de los fisioterapeutas que era un señor de mediana edad, al cual se le dio la información acerca de mi cuadraplejia. Él se interesó bastante, y le propuso a mis padres que comenzara mi tratamiento al día siguiente. Así se hizo. A las Nueve de la mañana del Viernes llegamos al centro de rehabilitación. Una vez  en la amplia sala en la que habían colchonetas por doquier, y extrañas mesas de madera que ejercían la función de camillas donde, obviamente, se efectuaban ciertos ejercicios de relajación muscular. Se hizo presente en la mencionada sala el fisioterapeuta quien, con tono amable me dijo: "Bueno Ramón, vamos a trabajar". Mis padres se fueron y él me agarro por la cintura colocándome en una de aquellas mesas. Me ato con una especie de correa de cuero, con el fin de inducirme a la relajación de los diferentes músculos. Pero yo estaba bastante lejos de conseguir dicho estado, pues en las técnicas empleadas aquí no figuraba este método. Creo que muy pocas personas se pueden relajar estando atado a una mesa de madera. En las colchonetas habían otros chiquilines haciendo el tipo de gimnasia al que yo estaba acostumbrado a efectuar. La tensión muscular no disminuía. Por el contrario, me sentía sumamente rígido; los miembros superiores e inferiores estaban en discordancia continua. La mano derecha se me iba hacía atrás en forma casi convulsiva. Las piernas no respondían las ordenes generadas por el cerebro. En resumen, , no era yo el que estaba en aquella camilla de madera. Cuando mis padres vinieron a buscarme que les conté la metodología empleada y mi padre me dijo en forma muy certera, "Debe ser el primer día". Visto en el tiempo, pude comprobar y deducir que aquel método resultaba revolucionario y francamente innovador. Estaba evidentemente acostumbrado a un estilo de efectuar el tratamiento de ejercicios para el aparato motriz, muy encasillado en un modelo si se quiere conservador. No hay que olvidar el hecho de que Europa pasó por dos guerras, las cuales habían dejado como secuela un numero importante de personas lisiadas, y pese a o dicho por aquella Doctora, se habían abocado de una manera tenaz al tratamiento y búsqueda de nuevos métodos de rehabilitación sin lugar a dudas mucho más eficaces que hasta ese momento conocidos por mi. Indudablemente que el estar "atado" resultaba un poco inaudito para mi, pero ese era el esquema implementado. El Lunes volvería y, tal vez me adaptaría a esos métodos. Más allá de esto, mi pensamiento estaba centrado en la inminencia de un nuevo fin de semana que se asomaba y, por consiguiente, una nueva excursión en el coche de mi tío.

El Sábado por la tarde nos propuso ir a conocer el pueblo de mis abuelos, aunque en realidad esa denominación quedó de manera cariñosa, pues ya en esa época era considerado una ciudad industrial. Mis abuelos eran oriundos como dije anteriormente de Valencia, más específicamente de una población llamada "Onteniente" que se encuentra a ochenta kilómetros de la ciudad. En lo personal la idea me entusiasmo pues conocería algo más. Una localidad nueva, y porque no, una historia nueva dentro de la vasta gama de historias que posee cada rincón de España. Asimismo, conocería la cuna de mis abuelos maternos que, en definitiva, era parte de la raíz de mi existencia.

Subimos al coche de mi tío y ni lerdo ni perezoso tomó la respectiva carretera. El paisaje no resultaba para nada monótono, pues se intercalaban las montañas (algunas con el castillo en la cima) con las llanuras a veces accidentadas por algún barranco o despeñadero. Cuando no, aparecía algún pueblecito de mil o dos mil habitantes que le daba cierto toque diferente a la ruta y a la topografía ya de por si distraída. A fin de ingresar a Onteniente, se debe subir por una montaña mediante la utilización de una carretera con rasgos peligrosos por ser zigzagueante y tener pronunciadas curvas, lo cual no permite ver al automovilista si viene otro en sentido contrario. He de manifestar que posteriormente fuimos dos o tres veces haciéndolo mediante la línea de ómnibus.

Pero aquella se trataba de la primera vez, y como tal tiene un sabor especial. Allí había una gran cantidad de familiares, especialmente tíos y primos que he ido conociendo a su debido tiempo. Resultaba muy importante esos encuentros que conformaban el enraízamíento de mi ser con una parte de mi esencia.

Más allá de estos acontecimientos de tono familiar, pude observar que esa zona del Levante Español estaba ya poblada desde la prehistoria, según lo demuestran los diferentes restos encontrados en diversas cuevas. Haciendo un recorrido a través de las diferentes etapas, expreso que la "Edad del Bronce" es la que mayor numero de muestras ha proporcionado. A la referida etapa pertenecen algunas pinturas rupestres de tipo esquemático que aún se conservan, y que tuve la suerte en mi segunda visita de apreciar. Más aquí en el tiempo, tanto Iberos como Romanos y Musulmanes dejaron sus huellas sucesivamente en esta localidad cuya arquitectura es predominantemente de origen árabe, pues allí se asentaron durante varios siglos. Con la conquista cristiana los territorios de esta villa se vieron aumentados mientras pasaban por diversas manos, entre ellas las de ciertos miembros de la familia real y la nobleza. Acotaré que aquella visita fue muy breve, pero me sirvió para interiorizarme de los acontecimientos históricos que se habían generado en esa zona Valenciana. Ello lo hacía platicando con estos nuevos familiares que hacían su aparición en mi existencia.

Luego de los saludos protocolares respectivos, mi padre me alzo en brazos para colocarme en el asiento trasero del coche, a fin de emprender de nuevo el regreso a la ciudad, a nuestro departamento para descansar de las hermosas emociones ocasionadas cuando conocemos a nuevos familiares. Nos retiramos de Onteniente con la firme disposición de retornar. Y así lo hicimos al termino de un mes y medio aproximadamente. Llegamos a las dos y media de la tarde a la terminal. Bajamos de la unidad y el sol literalmente me abrazó. Yo iba como siempre en los brazos de mi padre. Tomamos por la calle principal hasta la casa de una señora amiga de mis abuelos. Debido al calor reinante no había nadie por la calle. Esa escena me hacía recordar a una serial de T.V. que llevaba por titulo "La Ciudad Desnuda".

Lo primero que hice al llegar fue solicitarle un vaso de agua fresca. Me imagino que habrían cerca de 35 grados pese a estar rodeado de montañas, lo cual produce una brisa por las tardes.

A la mañana siguiente me desperté temprano, pues los primeros rayos de sol, entraban con ímpetu por la ventana del dormitorio que me habían designado por decirlo de algún modo, y que era muy amplio. Una vez que desayunamos, propuse a mis padres recorrer Onteniente de manera más detenida. Mi madre le dijo a esta señora que no nos esperara a almorzar, pues una vez en la calle nos entusiasmábamos, perdiendo la noción del tiempo.

La casa de esta señora, que se llamaba igual que mi madre, Amparo. La vivienda tenía tres pisos, mientras que en la parte de abajo estaba instalada la peluquería, que era en lo que trabajaba. Le decíamos Amparito, y poseía un carácter muy especial, sumamente dócil y agradable. En la vida encontré muy pocas personas con el carácter de Amparito. Lamentablemente sufría de asma, y en el año 1975 tuve la triste noticia de que había fallecido. Los seres humanos de carácter benevolente, dejan por el paso de la vida un halo sublime y una huella imposible de borrar.

Aquella mañana  dirigimos nuestros pasos hacía el casco antiguo, la zona histórica de Onteniente que está dividida a grandes rasgos en dos sectores; "La Vila" -primitivo núcleo urbano medieval- y el "Raval Historic" -zona inmediata de ampliación urbana realizada en el siglo XVIII-. Lo que más me agradó fue justamente "La Vila", que forma un conjunto arquitectónico adaptado al terreno, con estrechas calles que conservan todo el sabor de ese periodo contextuado en el medioevo, y que resulta tan fascinante para la humanidad debido a la proyección histórica propiamente dicha. Está de más decir que disfruté plenamente recorriendo y conociendo las viviendas erigidas en dicha zona. Me transportaba de cierta manera a esa época casi mágica, extraída si se quiere de un cuento de "Las mil y una noches", con todo el fulgor de la reminiscencia árabe plasmada en los porticones de las casas y del suntuoso palacio donde habitó el rey moro, lógicamente, antes de la entrada de las fuerzas cristianas. Me permito aclarar que aquel lugar era un enclave predilecto de los Arabes, quienes en general dominaban la península ibérica.

En casi todas las esquinas pude apreciar fuentes de agua en desuso, las cuales en su época hicieron su buen servicio para los habitantes. Como homenaje a ese hecho peculiar, al pueblo se le puso el nombre de "Fontenyent" en Valenciano, lo cual en una mera traducción, hace referencia obvia a las fuentes emplazadas en los referidos puntos. En esta oportunidad nos quedamos una semana en Onteniente, que como dije, es donde vieron la luz de la existencia por primera vez.

La tercera visita a esa zona de España la efectuamos en la ultima semana de Agosto cuando justamente se celebra la fiesta de moros y cristianos. Se trata de una recreación de las luchas libradas entre ambos bandos, y que culminó con el destronamiento de la realeza mora, comenzando la introducción a la zona de hábitos y costumbres cristianas. La fiesta se inicia con "la Troná" frente al edificio del ayuntamiento, con salvas de obuses que representan la primer batalla en pos de la conquista de ese territorio. A lo largo de la semana se producen desfiles por distintos barrios, a la vez que parlamentos representan una serie de etapas en el proceso de revolución. El ultimo día se lleva a cabo un gran desfile donde hacen su incursión las diferentes comparsas y agrupaciones de moros y cristianos, festejando el triunfo de estos últimos.

Ha sido esa la ultima vez que lo visité, dejándome un profundo conocimiento acerca de la raza morisca. A manera de anécdota, me permitiré retrotraerme en el espacio del relato y así expresar que cuando fuimos en el auto de mi tío, se nos hizo de noche y resultaba magnifico observar desde lo alto de la montaña, las luces titilantes de la población. Mi tío volvió a tomar la ruta, mientras dentro del auto me divertía haciendo bromas especialmente con el novio de la hija mayor. Así, con alegría, bromas y chistes retornábamos a la ciudad para continuar con el diario vivir. El Sábado había culminado (lo mismo que las tres visitas a Onteniente) de manera enriquecedora para mi ser. Había conocido nuevos familiares que, aunque lejanos, me hacían sentir sumamente cómodo en su compañía, pese a que mis pensamientos se hallaban aquí en Uruguay. Había aprendido nuevas facetas de la rica y milenaria historia de la madre patria. Sabia asimilar todo aquello que se me presentaba ante mis ojos, dándole la real importancia que ello merecía, y que por lógica, resultaba una fuente inagotable de conocimiento.

En cada excursión o viaje que realice dentro de esos parámetros, los sinsabores de mi discapacidad resultaban algo menor, algo si se quiere fuera de contexto, pues lo vuelvo a reiterar, me siento un ser normal, asumiendo claro está, mi grado de minusvalia, pues necio seria si así no lo hiciera. Tal vez desde un punto de vista más psicológico, debido a mi problema fisico-motriz me concentraba de manera profunda en hechos y circunstancias de las cuales pude (y puedo) extraer el máximo de conocimiento, y por que no, de sapienza no solo en el nivel meramente histórico, sino en el humano. No divagaba como suele ocurrir en niños de ocho años normales. Ello me ayudó mucho en mi conformación. Se dice a ciencia cierta que quien padece alguna discapacidad en un determinado centro de su cuerpo, desarrolla profusamente otra área creándose una compensación, un equilibrio especial que redunda en beneficio del ser afectado si este y su entorno familiar lo saben utilizar.

Fui durante un mes al centro de rehabilitación "Malvarosa" del cual hablé anteriormente. Pero es de rigor manifestar que ni a mis padres ni a mi nos convencía la metodología empleada por los fisioterapeutas, ya que los mismos ejercicios, o mejores aún, me los efectuaba mi madre en nuestra residencia. Por otra parte, dicho centro no poseía un área educacional como habíamos pensado a la manera  de la escuela Roosvelt. Por lo tanto, y en resumen, no se habían concretado nuestros pensamientos ni la meta que los tres nos habíamos fijado en procura de un bien estar para mi vida.

Sin embargo, continuamos buscando algún centro que reuniera las condiciones pensadas. Vale decir que tuviera un equipo especializado que actuara en las áreas de fisioterapia, foniatria, y escolaridad. Para ello decidimos ir a Barcelona, donde paralelamente teníamos concertada una cita con un neurólogo de apellido Barraquer. De aquí, de Uruguay habíamos llevado una carta elaborada por la Dra. Rebollo con la información más precisa y puntual acerca de mi caso a fin de presentarla a algún colega.

Y aquella oportunidad resultaba la más propicia para hacerlo. Recuerdo que la entrevista se llevó a cabo el día 15 de Julio, pleno Verano ya en ese hemisferio que se presentaba bastante caluroso por cierto. Pero nos habíamos trasladado a dicha ciudad dos días antes para estar más tiempo con mi tía adelita, y conocer más a fondo en lo que a mi respecta, Barcelona, una ciudad enriquecedora desde diferentes áreas, social, cultural e histórica.

Sobre las quince horas partió el tren desde la estación de Valencia, arribando a

Barcelona alrededor de las veinte horas. Nos quedamos cerca de dos semanas, tiempo suficiente para redescubrir verdaderas joyas del acervo cultural y arquitectónico. Para comenzar con la narración de la historia, diré que la antigua ciudad Ibérica de Laye se convirtió en el año 133 AC en la colonia romana de Favencia Julia Augusta Paterna Barcino. En un principio formó parte de la hispanía citerior cuya capital era Tarraco, actual Tarragona. Después de la época Romana, Barcelona fue dominada por los visigodos, siendo el rey Ataulfo quien convirtió la ciudad en el siglo V en la capital de su imperio, que en aquellos años se extendía desde la Galia hasta la hispania.

Durante la época de Borrel II (947-992) como Conde de Barcelona, la localidad fue asolada por las tropas musulmanas, más precisamente en el año 985. El Conde pidió ayuda al rey Franco, lo cual ocurrió en el 988, pasando luego a ser Barcelona, capital de un estado independiente. Señalaré que Ramón Berenguer IV (1131-1162) mediante el matrimonio con doña Petronila unió Cataluña con Aragón. Fue en tiempos de Jaime I (1213-1276) Barcelona buscó la expansión hacía el Mediterráneo. Este rey conquistó Mallorca, Ibiza, y el país Valenciano. Pedro II El Grande (1276-1285) anexiono Sicilia, que quedaría vinculada a Barcelona hasta el siglo XV. Debo acotar que en la época de Alfonso IV El Magnanimo (1416-1458) se extiende el dominio a Nápoles, uniéndose de esa forma Córcega y Cerdeña conquistadas dos siglos antes. Resulta obvio señalar que existe una riquisima historia que aflora en cada rincón de la ciudad catalana, a través de los diversos monumentos esparcidos a lo largo y ancho de dicha metrópoli, y que tuve la suerte de visitar, no todos claro está, pero si los más importantes dentro del patrimonio cultural.

En la mañana siguiente comenzamos a "andar", pero debido a lo extenso de las distancias en Barcelona, mi tía nos recomendó tomar un taxi hasta el centro donde dimos unas vueltas y llegado el medio día nos sentamos en un bar que estaba ubicado frente a la Plaza Cataluña a fin de almorzar y luego proseguir nuestro periplo. En una mesa contigua habían tres o cuatro personas (no recuerdo bien) las que al oírnos hablar con cierto tono rioplatense se levantaron para acercarse a la mesa donde nos encontrábamos para preguntar de donde éramos, a lo cual mi padre les expresó y contó el motivo de nuestra estadía allí, y que hacía dos meses aproximadamente que habíamos llegado de Montevideo. Ellos, por su parte, dijieron que eran de Buenos Aires, y que hacía un par de horas que se encontraban en suelo Catalán. Y prueba de ello era que aún, literalmente, llevaban las valijas a cuestas. Luego de conversar un buen rato se volvieron a su mesa. Fue realmente lindo encontrarnos con esas personas, pues era cómo recuperar un poco ese modo de sentir y vivir tan propio del Río de la Plata. En el caso de ellos habían tenido la penosa situación de emigrar a causa del factor político imperante en Argentina por ese momento. La "ola" de derrocamientos militares hacía hipersensible la estructura social y económica de los habitantes, con el consiguiente factor de emigrar a otros horizontes que por entonces se presentaban promisorios. Nosotros, tras la conversación finalizamos el almuerzo para posteriormente continuar nuestra recorrida por Barcelona.

En el almuerzo habíamos acordado ir a visitar la "Sagrada Familia", una obra colosal que aún no está finalizada, y que según diversos arquitectos, costará mucho llegar a su definitiva culminación. En el lugar mi padre me efectúo varias fotos pues siempre (o casi siempre) llevábamos la maquina para dejar impreso en imágenes lo que sin duda nunca se me borrará de la mente, los lugares visitados a lo largo de mi estadía en España, y que por cierto fueron muchos (valga la reiteración). Está de más decir que aquí solo hago referencia a los más trascendentales desde la perspectiva histórica. Pero evidentemente cada sitio que visité lo llevo muy bien guardado en el recuerdo. Podría profundizar en este don que nos ha dotado la naturaleza. En esta oportunidad por lo menos deseo no agotar al lector con las complejidades del cerebro, ya lo hice antes y, quizás lo haré más adelante, para ceñirme a la continuidad del relato el cual sin querer va y viene cómo mera consecuencia de esta pasión que está dentro de mi ser que es sin duda la escritura y por añadidura la más amplia y especifica comunicación.

Debo decir que la "Sagrada Familia" es una iglesia iniciada en el año 1882 realizándose sobre los planos originales del arquitecto Villar. Sin embargo, a partir de 1884 Antonio Gaudí se encargó de las obras. Para la realización de este grandioso monumento, el arquitecto Gaudí se basó en el proyecto original de levantar un templo Neogotico, aunque fue modificando las ideas hasta concebir una edificación que lleva claramente desde los cimientos su impronta y genial personalidad. En 1910 se paralizaron las obras cómo consecuencia de las criticas recibidas en contra del arquitecto. Debido a ello Gaudi solo pudo concluir la fachada. Las obras han continuado luego de su muerte, pero no se tiene certeza de que algún día la obra en cuestión pueda ser finalizada debido a su complejidad estructural desde luego, y las obras en si prosiguen de hecho a un ritmo lento, y justamente aquella tarde se encontraban en plena actividad por lo cual no pude conocer su interior lo cual, no cabe duda, me hubiese agradado pues Gaudi era un adelantado en su materia. Pero bueno, lo importante es que pude conocer esta verdadera obra magistral. De allí dimos unas vueltas por la Av. Diagonal, otra principal arteria de transito y de comercios. Mientras transitábamos se nos hizo de noche y como no conocíamos el lugar mi padre le hizo una seña a un taxi, y este nos condujo hasta el departamento de mi tía Adelita, pues al día siguiente tendría lugar la consulta con el neurólogo Dr. Barraquer.

Y así fue. En horas de la tarde, acompañados por mi tía fuimos a la referida consulta. Ingresamos al departamento relativamente grande que oficiaba de consultorio. Estaba ubicado en una zona relativamente céntrica, pues Barcelona en esos años se iba extendiendo, y  lo que hasta hacía poco tiempo se consideraban pueblitos aledaños, hoy (o mejor dicho en la actualidad) se encuentran insertados en el núcleo urbano.

El departamento en si, no era demasiado lujoso para el "nombre" de ese doctor de familia conocida en el mundo de la medicina por decirlo de algún modo.

Fue muy puntual ya que a la hora por él indicada me atendió. En primera instancia (y esto me permito remarcarlo) no lo hizo él, sino un ayudante que me examinó profusamente, anotando en una ficha la sintomatologia que iba apreciando, colocando mi cuerpo en todas las posiciones posibles. Asimismo, me realizó el habitual método para comprobar el reflejo muscular, consistente en el clásico golpecito en las rodillas con el martillo anatómico de goma que quizás en la actualidad ya no se use a causa de los claros adelantos existentes dentro de la medicina. Una vez finalizado el estudio, le pasó la información recabada al Dr. Barraquer, quien manifestó que dentro del contexto de mi discapacidad estaba todo normal. Por otra parte, leyó una carta que la Dra. Rebollo había elaborado con los datos clínicos concernientes a mi minusvalia. Era una carta muy valiosa e importante para mi, ya que en ella se sintetizaban los aspectos medulares de mi existencia. Podría decirse que se asemejaba en buena medida a lo que representa en el mundo diplomático a las cartas de presentación, que sin duda lo era. Tras leerla y efectuar un somero análisis de mi cuadro, emitió la opinión señalada líneas arriba con diversas terminologías por demás técnicas basadas en la estructura de mi problemática cerebral y de la lesión ocurrida a la zona motriz de dicho órgano. Al preguntarle si conocía algún centro de rehabilitación expreso que sabia de uno, el cual, lógicamente, al ser Verano se encontraba cerrado, y que a mediados de Septiembre cuando se reiniciara la actividad él tendría más información al respecto. Sin embargo, para aquella fecha mis padres y yo estaríamos cruzando el océano, de regreso a Uruguay, pues la nostalgia es un sentimiento muy especial contra el que muy poco se puede hacer. Es un bichito sumamente rebelde y traicionero, del cual todos estamos de una manera o de otra, proclives a caer bajo su dominio. En algunos casos la nostalgia es buena, ya que nos trae y retrotrae recuerdos de pasadas y bellas épocas que por cuestiones ajenas a nuestra voluntad no volverán a reiterarse en el espacio del universo personal. En otros casos no resulta buena, pues llevados por la misma cometemos errores de los cuales muchas veces no podemos repararlos de manera concisa y eficiente. Si, es cierto que se puede vencer o trasponer. Pero está de más decir que cuesta mucho llevar a la practica, y más aún como en mi caso que tenía aquí a mis abuelos, a mi tía Carmen... a mi micro mundo en el cual me había criado, y pese a que como queda reflejado en estas paginas no lo pasé para nada mal, por el contrario, mejor no lo habría podido pasar. Con el devenir del tiempo esto se pudo apreciar y comprobar en miles de Uruguayos y Latino Americanos que tuvieron que emigrar por diferentes causas.

Lo concreto es que en el plano personal no me pude acostumbrar. Extrañaba demasiado todo esto, y por ello al volver a Valencia un día nos sentamos los tres y efectuamos un balance tras lo cual tomamos la decisión (errada o no) antes expresada de retornar a Uruguay.

Mientras tanto, restaba mucho para conocer, tanto en Valencia como en Barcelona, donde me encontraba en el momento actual de mi relato. Cuando salimos del departamento del Dr. Barraquer, hicimos un breve recorrido por la zona hasta que la tarde cayó haciéndose presente la noche desplegando sus sombras por la ciudad, aunque la misma esta muy bien iluminada, tanto en las calles como en los edificios públicos. Decidimos regresar en taxi a casa de mi tía Adelita que, como he dicho, era un hermoso departamento. Poseía una amplia terraza donde me sentaba en un sillón a contemplar parte de esa enorme y majestuosa metrópoli. Desde allí se podía apreciar el conocido estadio de Montjuic, que seria epicentro de las olimpiadas realizadas en esa ciudad en 1992. En la terraza me sentía muy cómodo porque además de lo dicho, corría una fresca brisa proveniente de la montaña cercana a la ciudad, la que daba un respiro tras la jornada agotadora de calor. El clima de Barcelona dista bastante al de Valencia, ya que esta ultima se halla literalmente en un hoyo y no posee cerca ninguna franja montañosa que circunvalen el área como sucede en la primera de las nombradas, y que ofician de regulador para atenuar el mencionado fenómeno. Por otra parte diré que desde la montaña en que se encuentra el mencionado estadio, habían dos potentes focos que iluminaban el cielo, haciendo casi imposible observar algún cuerpo celeste del vasto firmamento. Algunas noches cené allí para mantenerme en contacto con el medio natural.

Más allá de esta anécdota diré que al día siguiente volví junto con mis padres a recorrer los diversos lugares que conforman la escenografía de la ciudad catalana donde se podían deleitar los rincones del acervo cultural en sus máximas dimensiones, dando naturalmente un toque sugestivo y enaltecedor.

Por la mañana, tras el desayuno fuimos a visitar a un tío de mi madre (hermano de mi abuelo) que vivía junto a su esposa y un hermano de esta, en una vivienda situada en las cercanías del Parque Zoológico donde fuimos luego de la visita de cortesía. Por su abundante vegetación, el Parque Zoológico de Barcelona, puede considerarse un espacio verde ideal para la oxigenación de los habitantes, siendo de hecho un punto de indudable interés para los miles de turistas que se hacen presentes en esa ciudad, convirtiéndose desde luego en esa atracción de importancia para quienes gustan del mundo natural y animal más precisamente con sus diferentes especies que reseñare.

La superficie en que está ubicado es promedialmente grande, y para que los visitantes puedan apreciar toda su dimensión, el parque posee un tren que efectúa gran parte del recorrido donde se hallan las diversas especies de mamíferos y aves. Subimos, y este se puso en marcha. Yo esperaba ver a los Leones, a los Tigres y demás componentes de la fauna selvática. Pero tuve una decepción, pues los mencionados animales cohabitan en libertad, vale decir, en espacios donde solo hay rejas en los alrededores, y no en jaulas tal como estamos acostumbrados a verlos en nuestro zoo de Villa Dolores.

Allí el recinto es una fiel  recreación de su medio, con rocas y demás elementos. Debido al calor reinante, los leones estaban escondidos dentro de sus cuevas, en procura tal vez de aliviarse de la canícula y, por consiguiente, no los pude ver. Sin embargo, debo decir ahora y en la distancia que provoca inexorablemente el tiempo, que fue lindo pues era bien como se desarrolla su existencia en su medio natural; la selva.

El Zoológico se dividía en tres secciones. La primera, era donde se hallaban los mamíferos. La segunda, donde residían las aves. Y la tercera, donde hacían lo propio los reptiles. En esta sección había una parte reservada a los peces, lo vendría a ser sin duda un acuario. Pero yo visité solamente las dos primeras pues a mis padres no les agradan las víboras y demás componentes de esta especie, por lo que con posterioridad de visitar el área reservada a las aves, donde había un Aguila con un pico bastante pronunciado imponiendo cierto respeto, nos dirigimos hacia el sector en que se hallaba un orangután de pelaje blanco, único que se encuentra en cautiverio, y su especie está en vías de extinción. Desconozco el verdadero nombre de la especie propiamente dicha. Pero si recuerdo que este lleva (o llevaba) por nombre "Copito de Nieve".

Una característica importante de esta raza es que, lamentablemente, en cautiverio no llevan a cabo la fase de reproducción, lo que hace más latente el peligro de extinción. Luego de contemplarlo durante un buen rato, mi padre me alzo en sus brazos, pues yo estaba de pie, sostenido por él claro está, pero tenia bastante equilibrio. Cuando me levantó, fue para ir a un banco que había a pocos metros de la jaula del orangután, este si estaba enjaulado, a los claros efectos de reponer energías a fin de proseguir nuestra recorrida por las calles de la ciudad catalana, visitando y apreciando la diversidad cultural plasmada en edificios y monumentos de varios siglos de antigüedad algunos de ellos.

Así, y dentro de ese contexto, visité el Barrio Gótico, que está enmarcado dentro de lo que era el recinto amurallado de la ciudad durante la dominación romana y la alta edad media. Entrando en aspectos más puntuales de lo que estaba visitando, y que mis ojos y mi mente recorrían de manera vivaz, he de expresar que su centro neurálgico lo constituye la "Plaza de San Jaime" en la que se encuentra el Palacio de la Generalitát, que va desde el estilo gótico hasta el renacentista de su fachada principal. Lo que predominaba en el lugar en materia arquitectónica, eran los elementos tanto neoclásicos como góticos. Es casi obvio decir que el núcleo de la referida zona de la ciudad está conformado por estrechas callejuelas que ejercen cierta magia, ya que uno se traslada en el tiempo, a un tiempo medieval lógicamente. Por lo menos esa fue mi reacción al contemplar esas edificaciones. A media cuadra de una de esas callejuelas, se podía apreciar una placa desgastada por los años que me llamó la atención, y le dije a mi padre que nos acerquemos a fin de poder leer lo que en ella estaba grabado. La misma era de bronce. Al lado había otra más reciente, y por lo tanto más legible aunque de menor tamaño. En ella había la siguiente leyenda: "Aquí residió Cristóbal Colón". Me parecía increíble estar frente a la puerta de la casa del hombre que "descubrió" (por lo menos para el reino de España) parte del continente que luego se denominaría América.

La entrada era ancha, de color gris ennegrecido. Lamentablemente estaba cerrada debido a refracciones que se realizaban en su interior, y por consiguiente tuve que conformarme con admirarla desde fuera. Sin embargo, y como consecuencia de ello, surgió la idea de ir a visitar el monumento a este magnifico navegante y polémico personaje de la historia de ambos continentes, el cual se encuentra erigido en el puerto al comienzo de la popular avenida de la Rambla de las Flores. El día Martes se hizo realidad esta visita.

Muchos de ustedes con seguridad lo habrán visto por TV, ya sea en documentales, o bien a través de programas especiales y por que no, en vivo y en directo como se dice comúnmente, por lo cual no me detendré en describirlo. Simplemente expresaré que fue construido en el año 1888 con motivo de celebrarse en dicha ciudad la exposición universal. Unas pocas  escaleras nos llevaron a un subsuelo en donde se vendían souvenirs y los boletos o entradas para ingresar a un ascensor (cosa que hicimos) el cual nos condujo hasta un mirador de forma circular, que se halla justamente a los pies del monumento propiamente dicho. Grandes ventanales permitían observar la ciudad en toda su dimensión, debido a que en ese tiempo no habían edificios lo suficientemente altos como para perturbar la visibilidad, como sin duda hay en la actualidad sin perder lo natural. A decir verdad había uno solo que se ubicaba (y se ubica) justo delante del monumento. Sin embargo, esto no resultaba obstáculo para una buena apreciación de la ciudad en su conjunto, aunque ello suene a contradicción. Sentía que aquella inmensa metrópoli en constante desarrollo estaba literalmente a mis pies. Era una sensación muy peculiar. Es importante tener sensaciones, sentir en su más amplio espectro conceptual, pues se trata de la señal que nos da nuestro ser de que estamos vivos, de que estamos conscientes acerca de lo que nos rodea, dando el real valor a lo que podemos apreciar y contemplar desde nuestra propia perspectiva brindando a la sociedad nuestra opinión y nuestro modo de pensar.

Cuando bajamos del mirador, fuimos varias cuadras por la Rambla de las Flores, y yo iba observando todo aquel entorno donde se combina lo bohemio con lo sobrio, pues en la rambla se puede encontrar lo más variado en cuanto a especímenes se refiere; desde pintores hasta músicos, desde hipys hasta verdaderos e ilustrados aristócratas. Todos de alguna manera, quieran o no, confluyen en esa suerte de reducto. Hacia el costado derecho en dirección al centro, está la Plaza Real, de forma cuadrangular, rodeada de viejas estructuras edilicias. Allí nos sentamos brevemente aprovechando mi padre para hacer algunas tomas fotográficas. Lo mismo hizo en el monumento a Colón con la mala fortuna de que estas no fueron bien reveladas, y por consiguiente se perdieron. La tarde resultaba agradable para caminar, y descubrir una infinidad de grandes pequeñas cosas como ser la calle y la casa donde nació y pasó parte de su niñez mi tía Carmen. La calle era paralela a la Rambla de las Flores. Antiguas casas me rodeaban por doquier. No eran de la antigüedad del Barrio Gótico por ejemplo. Sin embargo tenían sus buenos años de construidas, lo cual las hacía ingresar al acervo cultural e histórico.

Como dije anteriormente, viajé a Barcelona dos o tres veces, no lo recuerdo con exactitud. Lo que si recuerdo, es que en una oportunidad lo hicimos para escapar del calor húmedo y pegajoso del clima Valenciano. Pero sin duda que la visita a la ciudad condal realizada en el mes de Julio, fue la más provechosa y enriquecedora desde el punto de vista del conocimiento, en toda la extensión de la palabra. Aspectos históricos que aún hoy recuerdo de una manera fresca, como si los estuviese viviendo nuevamente, mientras oprimo levemente con el dedo medio de mi mano izquierda, el teclado de mi ordenador o computadora.

De vuelta en Valencia, una noche calurosa cruzamos la Av. Cardenal Beinllok para ingresar a un pequeño bar semejante a dichos locales que salen en las películas Norteamericanas ambientadas en algún pueblo de la zona Oeste de ese país, debido al ambiente predominante en su interior que resultaba muy agradable por cierto. Mis padres y yo nos ubicamos en una mesa al lado de una ventana a través de la cual podía apreciar muy bien la calle. Detrás mío había una maquina pasadiscos muy de moda por aquella hermosa década de los 60 y principios de los 70. Muchos se acordarán, otros tal vez no.

Para estos últimos les contaré que la susodicha maquina tenía las dimensiones de una vieja heladera en cuanto a altitud y anchura. En el medio poseía una especie de placa, en la cual figuraban los títulos de los discos a los que se podía acceder mediante la introducción de una moneda. Así, estaba yo tomando un refresco, cuando alguien se acercó y seleccionó un tema musical. Se trataba de la "cortina musical" de un conocido programa de tv que veía en Uruguay en compañía de mi abuelo. El programa en cuestión era "Sábados Circulares" conducido por Nicolás "pipo" Mancera que ocupaba todo el horario vespertino de un canal Montevideano. La melodía seleccionada por aquel desconocido, me sumergió en un profundo estado nostálgico, donde el recuerdo y el sentimentalismo se fusionan, dando paso a la congoja. En menos de un minuto pasaron por mi mente los diversos momentos vividos en mi país, en Lagomar, en mi mundo. Para la compleja mente humana (mi mente en este caso) aquella simple melodía que servia de apertura al referido espacio televisivo, ofició de "llave" para abrir la cascada de recuerdos que se iban agolpando en mi interior y que tuvo como corolario el estallar en llanto. Mis padres se extrañaron ante mi comportamiento, pues siempre he sido muy reservado en cuanto a mis sentimientos, y nunca había hecho una escena como esa por lo que al preguntarme que es lo que me sucedía, entre sollozos les manifesté el sentimiento que me embargaba al escuchar el tema musical.

Nos fuimos al departamento, y allí entre los tres realizamos un balance y un análisis de diferentes elementos. Habíamos ido con una premisa; hallar un centro de rehabilitación para mi. No lo encontramos. O quizás no lo buscamos adecuadamente. Desde Montevideo, mi tía Carmen y mis abuelos ejercían cierta presión a través de cartas cargadas de melancolía y tristeza, lo que aunado a la nostalgia personal, se convirtió en una bomba que hizo explosión aquella calurosa noche. Es cierto que lo pasaba bien yendo de un lado para otro, ya fuese en compañía de mi tío y familia, o bien los tres solos. Es cierto también que los demás componentes familiares y los amigos me hacían sentir sumamente cómodo, como si desde siempre me hubiesen conocido. Sin embargo me faltaba el entorno, y con esto no quiero ni pretendo ser reiterativo en conceptos ya vertidos que jugaron un rol importante dentro de esta historia. De esta forma pues resumiré los elementos expuestos. Decidimos pues regresar a Uruguay. Mi abuelo en una de las cartas me había escrito que "La casita de Lagomar me estaba esperando," y esta aseveración también tuvo su importancia en la decisión de la vuelta al país. Esa noche en particular nos acostamos bien entrada la madrugada, balanceando todo hasta llegar a esa determinación. Sin embargo, aún debía pasar unos meses hasta el reencuentro.

Esto que he narrado y que parece superficial, tuvo su peso importante en mi vida, constituyéndose si se me permite decirlo en un mojón trascendental.

Me refiero claro está al viaje, a la estadía en España, a los recorridos que hice, y a los lugares que visité dentro de la península Ibérica. Pienso que me debo sentir feliz (y de hecho lo estoy) de haber conocido un nuevo país (el país de mi madre), una nueva gente. Que mi discapacidad no ha sido obstáculo para ello. Pienso que he conocido cosas maravillosas, las cuales muchas personas que están bien no se atreven a apreciarlas. Lugares casi desconocidos, escondidos entre montañas. Tuve el privilegio de conocer monasterios que se encuentran apartados de todo contacto con la civilización, como es el caso del monasterio de los cartujanos, enclavado en la lírica soledad de la naturaleza. Estos monjes en muy escasas ocasiones hablan, siendo su voto de castidad precisamente el silencio y el alejamiento de toda modernidad. El recinto donde se albergan resulta casi imposible de acceder. Se encierran en si mismos y por consiguiente se aíslan de lo que acontece en el planeta. Desconozco datos acerca de cuando fue edificado el monasterio, como así también de cuales fueron las raíces estructurales de esta clase de monjes, pero lo importante es que de alguna manera, pude saber de su existencia. Hasta la frescura del lugar, hacía de aquel paisaje algo sublime, fuera del contexto del agitado mundo en que vivimos. Aquel lugar se asemeja al paraíso por diáfana conformación. Es algo maravilloso poder contemplar aunque más no sea a la distancia.

De la vastedad de lugares que visité, me voy a permitir rescatar uno que, en lo personal, considero de enorme importancia desde la perspectiva histórica de la península ibérica. Me refiero a Sagunto, con una población aproximada de sesenta mil habitantes. Mi tío, conociendo mi avidez y pasión por todo lo relacionado con la antigüedad me dijo: "Que te parece si el próximo domingo nos vamos a que conozcas una población de honda raíz histórica, un punto clave de las luchas entre Romanos y Cartagineses, cuyo nombre es Sagunto?."

Sin pensarlo dos veces le respondí afirmativamente. Pleno de entusiasmo pues conocería una cosa más, había oído hablar de esa población dentro de la historia de Valencia, y ahora tendría la oportunidad de ver con mis propio ojos el escenario de aquellas cruentas batallas libradas en procura de la dominación de parte del imperio romano. Así, en una mañana fresca de aquel domingo tras cargar en el coche diversos utensilios propios de un día de camping partimos en dirección a algo nuevo para mi.

Pese al entusiasmo despertado en mi ser, jamás pensé que me llegara a impactar de ese modo. Entre las acostumbradas bromas y chistes que se efectuaban dentro del coche fue transcurriendo el tiempo llegando en casi tres horas a Sagunto. Está situada en un lugar estratégico desde el punto de vista geográfico. Es una ciudad cuyo destacado papel histórico se ha manifestado a través de los siglos.

En la zona montañosa que rodea la ciudad, pude apreciar restos que datan de la edad del bronce. Era como si estuviese ingresando a la maquina del tiempo que había sido descrita por Julio Verne (uno de mis autores preferidos) y pudiese palpar aquella trascendental etapa de la humanidad.

Los pobladores de la villa Ibérica alcanzaron un gran desarrollo cultural y económico, que se tradujo entre otras manifestaciones en la acuñación de moneda, un hecho de singular importancia sin lugar a dudas.

Ingresando en el área histórica propiamente dicha, veremos que Sagunto fue destruida en el 219 A. C. Y aquí debo describir un suceso fundamental, pues Escipion conquistó la ciudad que pasó a forma parte de la zona de influencia romana. El capitán cartaginés Aníbal, trató de resistir con un reducido ejercito aposentado en las inmediaciones del castillo, pero sucumbió ante el poderío romano. Más acá en el tiempo, la dominación islámica trajo consigo una floreciente agricultura, alfarería y vida comercial. En el siglo XIII fue conquistada por Jaime I pasando a formar parte del reino cristiano.

No nos detenimos mucho en la ciudad ya que mi objetivo se centraba en visitar el castillo. Pese a ello, pude apreciar que la misma es una localidad dividida en dos núcleos urbanos: la ciudad antigua y el puerto, desarrollando una gran actividad económica dentro de la comunidad Valenciana, mediante sus fértiles tierras donde uno de los principales productos se concentra en los olivares.

Posteriormente a esta visita relámpago a la ciudad, ascendimos por una empinada cuesta de terreno variado combinándose la verde pastura con las rocas. Ibamos mis padres, mi tío, sus dos hijas, y el novio de la mayor. Es obvio decir que mi padre me llevaba en brazos, y para aliviarle un poco, Gregorio, que así se llamaba el novio de mi prima, me agarraba llevándome ágilmente en sus brazos, valga la redundancia. Por fin llegamos al castillo. Se trataba de una grandiosa fortaleza de casi un kilometro de extensión. Tardamos cuatro horas en recorrerlo sin detenernos ni un solo instante. Gregorio me introducía en las catacumbas y mazmorras que componían la estructura de la fortaleza semi derruida. Estaba situada en el cerro que corona la ciudad. Luego supe que en ese lugar estuvo emplazada la ciudad ibérica de Arse y la Saguntum Romana.

En el interior del castillo, además de lo mencionado, se pueden contemplar restos Iberos, Romanos, Medievales y modernos pertenecientes desde luego a las distintas culturas que se asentaron en esas privilegiadas tierras, dejando su huella indeleble tras el paso del tiempo, constituyendo uno de los tantos mojones que conforman la historia.

La recorrida tuvo la duración antes indicada, y aún nos restó por ver una enorme pieza que seguramente habría sido las caballerizas. Pero ciertamente no dábamos más de agotamiento. Obviamente que yo era el que menos sentía el cansancio. De cualquier forma, tenía esa sensación en mi cuerpo debido a la pesadez climática. Cada vez que bajábamos a alguna catacumba, la frescura húmeda del ambiente, nos hacía sentir un poco mejor. Cuando ascendíamos nuevamente al exterior el calor volvía a envolvernos.

En mi interior sentía la necesidad de descubrir algo más, y es así que observe una abertura perteneciente a una cueva que cruzaba de arriba hacia abajo (o viceversa) todo el cerro. le propuse a Gregorio ingresar en ella, pero mi padre de manera lógica se opuso, ya que no sabíamos lo que nos podíamos encontrar debido a que la entrada no era muy segura, por lo que optamos por continuar con nuestra recorrida por la zona, llegando así al Teatro Romano que se encuentra al pie de la pequeña ladera. Estaba ante la presencia de una de las joyas más sobresalientes de la arquitectura romana en España. También se hallaba bastante desgastado por el paso del tiempo. Resultaba igualmente un espacio en donde el momento de la historia estaba presente. Inspeccionamos en forma breve el lugar, pues el cielo se había cubierto y presagiaba lluvia, por lo cual decidimos retornar al auto.

La visita efectuada a Sagunto, reavivo en parte mi avidez por conocer más dentro de mis posibilidades y limitaciones. ¿Es que acaso sentía yo que tenía limitaciones?. Absolutamente no, pese a ser consciente en un cien por ciento de mi minusvalia. Creo que con esta afirmación he entrado en un nivel de contradicciones, pero manifiesto lo que yo sentía (y siento) en relación a mi ser. Tratar de romper o trasponer esa barrera que los seres "normales" edifican en derredor de los discapacitados. Resultaba en buena parte inexistente para mi, gracias no solo al entorno familiar, sino también a mi manera de ser, de ver la vida desde otro prisma claramente optimista, de saber apreciar lo bueno de cada instante de mi existencia. Y eso se estaba desarrollando de forma casi vertiginosa. Se reflejaba en buena medida en mi inquietud de saber cada día algo nuevo. Y allí tenía la posibilidad de hacerlo efectivo.

Así pues, proseguí "redescubriendo" monumentos y edificios que son reliquias del acervo historico-cultural de Valencia. En ese contexto es que un día fui a visitar junto con mis padres el "Palacio del Marques de dos aguas". Se trata de una antigua mansión renovada en el siglo XVIII. La portada del palacio que alude a "las dos aguas" es joya del estilo churrigueresco. El interior del mismo me dejó perplejo, ya que posee interesantes salones, en uno de los cuales había tres carruajes de época prolijamente cuidados, lo que sin duda daba la impresión de estar viviendo en dicha época.

Todos los días salíamos una vez finalizado el desayuno. Cuando no visitábamos algún monumento, íbamos a un importante supermercado en donde se consigue desde artículos de alimentación, hasta electrodomésticos pasando por el rubro de la vestimenta. Me refiero a "El Cortes Ingles", una importante cadena de supermercados que se encuentra en las principales ciudades de España. Con seguridad en alguna ocasión usted amigo lector habrá visitado alguna de sus sucursales. El edificio de la sucursal de Valencia constaba de siete pisos, cada uno dedicado a secciones especificas. Pero más allá de lo meramente comercial, íbamos allí para aliviarnos del constante calor pues poseía equipos de aire acondicionado en cada planta. Al trasponer la entrada, ya sentía un gran alivio, no solo yo, sino la mayoría de quienes asistían a dicho centro comercial. Es evidente decir que de allí guardo también gratos recuerdos. No solamente por la frescura generada en forma artificial, sino porque pasábamos muy buenos momentos en las diferentes secciones. En el ultimo piso estaba la cafetería y una hermosa terraza adornada con plantas tropicales. Desde allí, se podía contemplar casi majestuosamente una buena parte de la ciudad con sus diferentes edificios. Así transcurrían algunas tardes adquiriendo ciertos artículos que, indudablemente, eran necesarios pues allí tal como queda dicho, había de todo lo que uno se puede imaginar.

A principios de septiembre, una vez ya de vuelta del pueblo de mis abuelos tras presenciar la fiesta de Moros y Cristianos de la cual me referí en paginas anteriores, mi padre fue a la compañía de viajes a fin de reservar los pasajes, queriendo la casualidad de que el único navío que había disponible en esas fechas fuese el mismo de nuestra ida a España; vale decir el "Cabo San Roque" saliendo en forma excepcional desde el puerto de Tarragona. Dicha terminal marítima era considerada de alternativa. La fecha de partida seria el 24 de ese mismo mes. Decidimos que dos días antes llegaríamos a esa ciudad catalana. Antes de la partida, en una tarde de Sábado tuve el privilegio de asistir y presenciar algunas corridas de toros, como si fuese para coronar mi estadía en suelo Español.

La trascendente fiesta taurina que tanta polémica suscita con marcada lógica entre los defensores de los animales, se presentaba ante mis ojos. Si bien me había criado en un ambiente familiar, en donde la cultura taurina estaba presente a través de mi abuelo a quien le apasionaba la tauromaquia propiamente dicha, desconocía mi reacción tras ver el sacrificio del toro que lucha hasta cierto instante mano a mano con el hombre. Luego este le vence de manera desleal. Lógicamente que no pretendo dar mi opinión de si está bien o no. Simplemente diré que en la primera corrida, cuando salió el toro al ruedo, toda mi atención estaba concentrada en él, y mi emoción iba en aumento en cada pase que el torero realizaba. Dicha sensación tomaba tal impulso que me hacía levantar literalmente del asiento, haciéndome gritar el clásico "¡OLE!".

Esto se repitió a lo largo de toda aquella hermosa tarde, una tarde rica y muy emotiva, ya que apreciaba lo que era la pasión de mi abuelo en su juventud, y lo que está íntimamente ligado con la cultura ibérica. Fueron seis corridas que las disfruté con todo mi entusiasmo y fervor.

Antes de proseguir la narración, debo efectuar necesariamente una aclaración con respecto a esa maravillosa tarde en que presencié la fiesta taurina en su más puro esplendor. He manifestado equivocadamente que había asistido a seis corrida, cuando en realidad  era una sola en la cual se faenaron si, a seis toros. Resulta evidente que he tenido un "Lapsus" confundiendo la apropiada terminología. Hecha la aclaración, retomo el hilo conductor narrativo. Y así me ubico de nuevo en la tarde referida, cuando finalizada la corrida salimos de la plaza que estaba relativamente céntrica, y fuimos a dar un recorrido por diferentes zonas de la ciudad.

Debía aprovechar los últimos días de mi estadía en Valencia, ya que el 20 de ese mes iríamos a Barcelona para estar dos días con mi tía Adelita, y de allí partir hacía Tarragona. Desconocía si alguna vez recorrería de nuevo esas calles y avenidas. El ser humano no posee el sentido de saber lo que ocurrirá dentro de una semana, un mes, o un año. Esto es obvio y lógico pues de lo contrario seríamos lisa y llanamente seres superdotados, pese a que el cerebro nos puede dar muchas sorpresas, debido a que solo utilizamos el veinte por ciento de este. No solo es un órgano complejo en su estructura, sino que además está lleno de misterio. El día en que podamos extraerle al máximo todo lo que nos puede dar, habremos logrado alcanzar una importante meta.

En ese contexto aproveché como dije, hasta el ultimo instante. Todos los lugares que recorrí, los retengo en mis pupilas, en mi mente de manera fresca, cual la frescura de los arroyos que crucé con el coche de mi tío, de una cristalinidad y pureza inigualables.

Según manifiestan ciertos especialistas, cuando el ser humano es pequeño atesora más los recuerdos en lo profundo de su subconsciente. Si bien es cierto ello, y lo comparto firmemente, también es cierto que depende en gran medida al grado de concentración que cada niño posee. Y en mi caso (no lo digo yo, lo dicen quienes me conocen) el grado de concentración era sumamente importante. Sabido es que cuando se tiene una discapacidad en alguna área del cuerpo, tiende a desarollarse otra. Y en mi caso se desarrolló el área cerebral referida a la memoria dentro de la complejidad del cerebro. Concentración y memoria van aunadas en buena medida. Mucho de lo almacenado en mi mente lo he plasmado aquí en este capitulo trascendental de mi existencia, conociendo y aprendiendo cosas nuevas, enriqueciéndome de sabiduría a los ocho años de edad. Observando desde lo más simple, hasta lo más intrincado desde el punto de vista de la perspectiva humana e histórica que me brindó cada lugar que visité.

Pero todo llega a su fin, y así sin grandes despedidas nos "embarcamos" en tren la tarde de la fecha mencionada anteriormente. Hasta el ultimo minuto estuvieron en el vagón del "Talgo" mis dos primas, mi tío, y Gregorio con quien había compartido horas de buen compañerismo a través de juegos y bromas que nos hacíamos recíprocamente.

El reloj dio la orden de la partida, y todo fue quedando atrás, en lo más recóndito de la mente cual si fuese un archivo, tomando este termino de la era informática en la cual estamos insertos en la actualidad. Me voy a permitir saltear los dos días que estuvimos en Barcelona, pues de lo contrario seria reiterar escenas y conceptos ya vertidos, y en esta oportunidad todo estuvo signado por la tristeza que agobiaba a mi tía Adelita, y a todos por igual, propio por otra parte, de esos instantes previos a una partida. Lo que fue para ella alegría en aquel día de Mayo, se transformó en lo opuesto durante las 48 horas previas a la partida a Tarragona, ciudad en la cual me centraré a partir de este momento. Evidentemente que desde Barcelona a Tarragona tomamos otro tren de la misma línea. Destacaré que el tren en esa estación solo paraba cinco minutos, tiempo realmente escaso ya que llevábamos bastante equipaje. Mi padre debió arreglárselas él solo para bajar los 21 elementos que lo componía. Mientras tanto, mi madre me sostenía en la estación. Efectuados los tramites de rigor, a fin de que otra parte del equipaje fuese depositado como correspondía ya en el barco, nos dirigimos hacía las afueras de la estación de tren para conseguir un taxi que nos llevase al centro de la ciudad.

Era un medio día con cielo plomizo y clima sumamente pesado. Al subir en el coche de alquiler, mi padre le preguntó al conductor si conocía algún hotel bueno, y la respuesta de este fue afirmativa, llevándonos a uno ubicado en pleno centro, más precisamente en la avenida principal. Se trataba de una edificación de fines de los años treinta, muy bien conservada desde todo punto de vista. Mi habitación poseía una ventana que daba al mar. Estabamos en el cuarto piso y se divisaba perfectamente. Las paredes eran de color crema. Si bien el precio de la estadía en el hotel era con media pensión, solo la utilizábamos esa noche, pues tanto al medio día como a la siguiente noche, íbamos a una fonda que estaba unas calles más abajo, casi en pleno casco antiguo. Guardo gratos recuerdos de ese lugar, donde tenían (entre otras cosas) música funcional que se emitía pasa cassettes mediante, escuchándose varias veces la melodía "Tema de Lara" de la película "Dr. Zivago" que hacía poco se había estrenado.

Los dueños de la fonda (un matrimonio muy agradable) siempre conversaban conmigo acerca de diferentes temas. Así pude saber que Tarragona en aquel momento contaba con 113.431 habitantes. Es una ciudad rica en historia, ya que al establecer Geo Escipión una base militar en la colina de Tarakon, estaba sentando los cimientos de la roma republicana, llegando a ser la capital de toda la Hispania Citerior, y gozó de la categoría de Colonia de Roma. Es de destacar que los conquistadores romanos no podían suponer que al fijar los primeros diques sobre el mar para dar abrigo a aquella flota rudimentaria, que el puerto iba a tener una importancia decisiva en la configuración estructural de la Tarragona industrial, populosa y metropolitana de nuestros días. En la época romana era ya una población destacada, capital de las tres provincias en que se dividía la península ibérica.

En el año 27 a.C. fue cuartel general de Augusto y también desempeñó un papel de singular importancia durante la monarquía visigótica, celebrándose en ella varios concilios. Poco a poco la ciudad fue creciendo, y tras la caída del imperio romano, pasaron por este territorio Arabes y Visigodos, quienes también dejaron sus huellas manteniendo la importancia a la capital. Por el contrario, la realzaron de manera significativa con una diversidad de monumentos arquitectónicos valiosos, a través de los cuales se puede tener certeza de lo que se vivió, y de la estructura social y cultural de la época.

Debo expresar que por la mañana fuimos a recorrer la ciudad, llevando a cabo el "hallazgo" de la fonda, que seguramente tendría un nombre, pero realmente no paré atención en el. Pero además, apreciando las angostas callejuelas que conforman el casco antiguo. Por la tarde decidimos ir a visitar el anfiteatro romano, el cual quedaba un poco alejado de la zona del hotel donde estabamos alojados. Partimos a primera hora llegando al lugar cuarenta y cinco minutos después. Me hallaba frente a un monumento que data de los siglos II y III con una planta elíptica conservando parte de los graderíos asentados sobre bóvedas de cañón. Este recinto para espectáculos públicos se divisa desde el "Balcón del Mediterráneo", lugar al que fuimos por la noche, pues allí corría una fresca y agradable brisa. La avenida principal de Tarragona, estaba plenamente iluminada, no solamente por los focos del alumbrado, sino también por las vidrieras de los comercios. Es obvio manifestar que por la brevedad del tiempo, nos resultó imposible ir a más lugares de esa ciudad. En el anfiteatro fuimos con la cámara fotográfica que habíamos adquirido en Valencia. Sacamos varias tomas del lugar. Sin embargo, tuvimos mala suerte ya que al llegar a Montevideo nos la robaron. Naturalmente, con las fotos aún dentro de la maquina. Nos quedaban pocas horas para embarcar, y debíamos realizar diversos tramites en Migración como así también en otras dependencias similares. Mientras tanto, continuaba deleitándome observando la fisonomía de Tarragona, una ciudad pequeña si, pero acogedora y amable.