1 - Preambulo de mi vida
Historias existen muchas acerca de personas con alguna discapacidad. Algunas de estas han sido conocidas públicamente, mientras que otras (la gran mayoría) han quedado en el anonimato lamentablemente, pues en cada una hay un ejemplo de vida que nos hace bien a todos, recapacitando acerca de las inmensas posibilidades que da nuestra existencia, y que no aprovechamos al máximo.
Cuando pequeño leí “YO NACI ASI” libro escrito por el Dr.carlson, y mas recientemente "MI PIE IZQUIERDO", que fue llevado al cine de forma magistral conmoviendo a la humanidad con la historia de Cristi Brown.
Tal vez el lector encontrará en esta, mi historia, algunas semejanzas con los hechos narrados por el autor del referido libro. Pese a ello, mi objetivo es a través de lo que iré narrando en relación con un periodo de mi vida, demostrar que las palabras “no puedo” o “no tengo ganas” no deben tener cabida en el léxico humano, pues todo se puede si se tiene algo tan importante como significa la voluntad. Ello lo reiteraré mas adelante aquí, y lo hago a diario cuando me encuentro con personas que no poseen ninguna discapacidad visible, y sin embargo se autocompadecen o todo les significa un mundo.
Aquí debo aclarar que esto no pretende ser un auto prologo (valga la redundancia) aunque me gusta analizar lo que llevo a la practica, como también criticarme a mi mismo, pues considero que es una herramienta de superación frente a la minusvalia. Esto me llevo a ser desde chico, una persona carente de complejo alguno pese a mi cuadraplejia que mas adelante explicaré a que obedeció.
Pero ahora voy a insertarme en la esencia de este capitulo, y así decir que la vida como sabemos, no se inicia en el momento del nacimiento, sino en el instante sublime de la naturaleza, cuando el espermatozoide fertiliza al óvulo creando un nuevo ser.
Mis padres se casaron en enero de 1962, y tres meses después originaron una vida, mi vida.
En aquel hogar recién constituido, la noticia fue tomada como es lógico con alegría.
Mi familia era de la denominada clase media de la época, que fue un ejemplo para otros países. Mi madre al saber que estaba embarazada, se puso en manos de un medico obstreta de cierto renombre en el área especializada para un medio como el nuestro de aquellos años sin embargo, mi madre presentía que algo iba a suceder a la hora de dar a luz, y sabia que en EE.UU. se efectuaban cesáreas si el parto se complicaba. Es decir, que había una cierta seguridad en ese aspecto. Ella quería0 ir, pero por diversas circunstancias no pudo viajar al país del norte. A los seis meses de gestación, el obstreta le realizó unos exámenes rutinarios pudiendo apreciar que el feto estaba de nalgas, lo cual resulta de cierta manera un poco peligroso a la hora del alumbramiento.
le recetó unos medicamentos con el propósito de que el feto se diese vuelta. Al cabo de unos días mi madre le volvió a visitar, momento en el cual le indicó que se hiciese una nueva radiografía (es bueno destacar que por aquel tiempo aun no existía la ecografía) pudiendo comprobar que el resultado fue negativo. Vale decir que la criatura en gestación no se había dado vuelta.
Si bien he manifestado que “venir de nalgas” es un poco peligroso, en el caso mío fue, si se quiere una suerte como veremos mas adelante, pues ahora narraré algunos hechos que se iban sucediendo mientras mi madre me cobijaba en su vientre.
El mundo giraba en mi derredor, tanto a nivel exterior como familiar diferentes sucesos se originaban. Pero no quiero perderme en ellos, pues literalmente me iría del esquema familiar que debo contar.
En ese contexto diré que mi padre que es cerrajero (ahora jubilado) tenia el taller en plena ciudad vieja, mas precisamente en misiones entre piedras y la rambla 25 de agosto, con una modesta vivienda al fondo. La edificación en si era del siglo pasado, con paredes robustas y sólidas, propia del modo de edificar de antes. A pocos metros de allí se encuentra lo que fue la casa del virrey durante la colonización española.
Debo expresar en este preámbulo de mi vida, que mi madre es española y mi padre rumano.
Ella llego al país junto con su familia compuesta por sus padres (mis abuelos) y dos hermanas (mis tías) en el año 1951. Por su parte mi padre arribó por las mismas fechas, pero solo ya que durante la segunda guerra mundial le mataron a buena parte de la familia, y el optó por huir del régimen que se había apoderado del país. Recorrió navegando ya que era primer maquinista varios países, y recalo, por usar un termino naval, aquí en Montevideo donde, obvio es decirlo, conoció a quien luego seria su esposa.
En el transcurso de los embarazos se producen los consabidos “antojos”. Pero mi madre no tuvo ninguno, o casi ninguno. Tuvo si una “anécdota” que por su contenido casi histórico, y que creo que a mas de uno le traerá una suerte de recuerdo la he de narrar seguidamente.
Por aquella época (los albores de la TV. en nuestro país) se emitía la serie de dibujos animados “los picapiedras” auspiciado por una marca de refresco de naranja, hoy pasada al recuerdo. Es de destacar que en esos tiempos no todos los hogares montevideanos poseían aparatos de TV. un primo de mi madre, también español, había adquirido uno de esos aparatos casi mágicos, que desplazó en gran medida a las salas de cine.
Mis padres iban casi todas las noches a la casa de este pariente para visitarlo a él y a su familia, pues una de las hijas es ahijada de mis padres.
Pero lo concreto es que mientras efectuaban la visita, se emitía dicha serial, y en los comerciales de la marca a mi madre le causaba nauseas debido a su estado de gravidez, cosa común si se quiere en una señora en dicho estado. Diré que el único antojo que tenia, era el de comer helado. En términos generales, el embarazo transcurría con relativa normalidad, a no ser como dije, que el feto no se dio vuelta a su debido tiempo. Pero sin ser por ese factor, ella llevaba una vida normal y tras un nuevo examen, el facultativo observó que la fecha de nacimiento se situaría alrededor de diciembre, por lo que lentamente se fue preparando todo lo relativo a un nacimiento.
Un año y medio antes de ese hecho, mi abuelo había terminado de edificar una casa en un balneario ubicado a 22 kilómetros al este de Montevideo, denominado “LAGOMAR” que hoy conforma parte de la “CIUDAD DE LA COSTA”.
La construcción de esa casa fue producto del sacrificio de ahorrar peso sobre peso, para volcarlo en la concreción del sueño de la vivienda propia, ya que hasta ese momento tanto donde residían mis padres, como donde vivían mis abuelos y tías, eran casas alquiladas.
Mi tía Carmen tenia un salón de belleza ubicado en pleno centro de la ciudad.
Cuando llegaron de España, mi madre que es la menor de las tres hermanas, le ayudaba en dicho trabajo hasta que se casó. Mi tía adelita es la mayor y, resulta obvio decir que mi tía Carmen es la del medio en relación a las edades. Las tres pues, con mucho sacrificio, pudieron solventar la construcción de la casa efectuada como dije, por mi abuelo ya que durante su juventud había trabajado en ese gremio en la madre patria.
Las tres hermanas le daban a mi abuela el dinero que ganaban, y ella lo administraba de forma magistral, pudiendo adquirir el terreno en donde se edificó la casa.
Cuando mis padres se casaron, hacia poco tiempo que se había culminado su construcción, por lo que luego de la ceremonia nupcial, efectuaron una sencilla celebración en dicho lugar. Debo expresar que ni mis tías ni mis abuelos vivieron en forma permanente allí.Así, en ese entorno giraba el preámbulo de mi vida, hasta diciembre de 1962 en que todo comenzó a cambiar ia vida