2 - Mi Nacimiento

 

Cuando un ser nace todo es alegría y expectación, por cuanto se trata de un momento inolvidable para los progenitores que esperan con ansiedad la llegada de ese nuevo componente familiar, que es sin duda producto del amor.

En los primeros días de diciembre, mi madre comenzó a sentir los síntomas de mi legada a esta vida, por lo que teniendo como referencia la fecha indicada por el obstretra, decidió visitarlo nuevamente para que le diese la “orden” de internación.

Sin embargo, este la envío a casa aduciendo que aun no había llegado el momento, y que le volviese a visitar en consulta en pocos días mas.

El día 23 de ese mes, hacia un intenso calor, propio de la estación veraniega. En horas de la tarde los dolores de parto se acrecentaron de manera significativa, debido a lo cual le pidió a una vecina que la trasladase hasta el sanatorio. Así lo hizo, y mi madre ingresó en horas de la noche a la sala de maternidad. Los dolores iban en aumento, requiriéndose en varias oportunidades la presencia del medico, quien hacia caso omiso a las llamadas. Durante toda la madrugada y parte de la mañana, mi madre pasó muy mal con intensos dolores, mientras que la partera de turno no podía hacer mayor cosa debido a mi posición fetal, y lo ideal hubiese sido efectuar una cesárea. El medico se hizo presente recién cerca del medio día.

Mi madre ya había roto las bolsas de liquido amniótico cinco horas antes del parto. El mismo se llevó a cabo tras quince horas de permanente trabajo  utilizándose fórceps, debido al tiempo transcurrido. Lo concreto es que nací a las nueve de la mañana del 25 de diciembre, una fecha trascendente para el mundo católico, y para mi familia también. Pesaba tres kilos ochocientos, lo cual, dentro de todo, me hacia un bebe normal.

He de recalcar en l negligencia del obstretra y en la falta de una atención adecuada de la partera de turno, pues al apreciar que el doctor no se hacia presente, ésta debió derivar el caso a algún medico que se encontrase de guardia. Lo concreto es que nací con un agudo cuadro de apnea, -detención temporal de la respiración- cuya duración fue de veinte minutos. A raíz del mencionado cuadro, lo cual obedece a la baja concentración de anhídrido carbónico en la sangre, o a la disminución del umbral del centro respiratorio, se originó un coágulo alojado en el centro motriz del cerebro. Me provocó parálisis cerebral que puso en serio peligro mi existencia durante los primeros días, con respiración débil y continuas crisis convulsivas, lo que hacia presumir al equipo medico que me atendió luego que el desenlace seria fatal en cuestión de horas.

Una vez extraído del vientre materno, y conocido mi cuadro clínico, se pone a disposición una ambulancia equipada con carpa de oxigeno a fin de trasladarme a un centro asistencial.

En el mencionado vehículo iban también mi padre y mi tía Carmen. Se daba inicio a una especie de odisea, pues la mascarilla de oxigeno bailaba en mi rostro y tanto mi tía como mi padre, se veían en figurillas para sujetarme el referido implemento. Debo expresar que desde que salí del útero materno permanecía con los párpados abiertos. De este modo ingresé en carácter de grave al hospital "Pedro visca" donde estuve por espacio de varias horas, hasta que una doctora visitó la sala manifestando que yo no debía estar allí ya que aquel nosocomio era para niños enfermos.

Pese a la gravedad de mi estado, esto no se circunscribía dentro de los parámetros de una enfermedad, por lo que al día siguiente se opta por enviarme al centro de recién nacidos y prematuros, donde me atiende el Dr. Fridman, un pediatra a quien le debo literalmente la vida. Debo expresar que me atendí con él en esa área de la medicina hasta el año 1968 fecha en que partió hacia su país de origen, Israel.

Pero retomando el hilo conductor de esta historia, mi historia, he de manifestar que ingresé a dicho centro el día 26 de ese mes, diagnosticándome en un primer momento grave daño anoxico. Proseguía con estados convulsivos, y profundos reflejos exaltados, todo producto claro está, del cuadro de apnea. Visto esto se decide que me vea el profesor García guelfi quien interpreta ese cuadro como grave daño encefálico traumático. Estos primeros días de mi existencia se caracterizan por interpretaciones y diagnósticos. Así, se decide efectuarme una punción al cerebro a fin de disolver el coagulo. Se me practica dicha intervención, pero el daño era irreversible, pues habían quedado anuladas múltiples células nerviosas cerebrales (Neuronas) que ejercen sus funciones en el aparato motriz. Dichas células no se regeneran mas, produciendo la paralización o discordinacíon de los miembros. Ello es lo que me sucede a mi.

Para ubicar mejor al lector, efectuaré el siguiente planteamiento: el cerebro es una compleja computadora que codifica y descodifica las múltiples señales eléctricas que recorren nuestro cuerpo sin cesar. Ese órgano del cuerpo, las produce entre otras cosas para "mandar a los miembros (brazos y piernas) a llevar a cabo una tarea, por ejemplo llevarse la comida a la boca, rascarse un ojo cuando este pica, adelantar un pie mas que el otro, etcétera. En mi caso, al quedar anuladas las mencionadas células, la "orden" dada por el cerebro, no refleja la real dimensión de lo que deseo efectuar.

Estuve internado en dicho centro hasta el  9 de enero del 63,  recibiendo las visitas de mis tías, mi abuela y mi padre, ya que mi madre se estaba recuperando lentamente de las consecuencias naturales del parto, por lo que no tuve contacto materno durante ese lapso de tiempo, lo que genera a mi manera de ver una contradicción con lo que sostienen algunos científicos en el sentido de que si el recién nacido es despojado de la madre, este irá desarrollando un carácter desapegado y a veces se torna de cierta manera violento. En mi caso personal (y resulta un tanto feo que sea yo el que lo diga) esto no sucedió.   

Creo sin temor a equivocarme, que ello ocurre durante la formación del carácter. Una etapa de la vida en la cual los padres o el núcleo familiar debe poner la mayor voluntad para educar adecuadamente al nuevo ser en proceso de crear el comportamiento del carácter eje primordial a lo largo de toda su existencia. La unidad familiar es esencial en los seres normales, y mas aun en los discapacitados.

Es evidente que me tocan las generales de la ley al poder palpar por mi situación el referido hecho. Pero así es. Una vez llegado ese día, se iniciaba para mi familia y para mi, una nueva dimensión de vida, enfrentando un mundo pleno de lucha no solo en el intento de sobrevivir, sino para sortear de la mejor manera posible, las trabas que la vida me había interpuesto. No voy a juzgar si es justa o injustamente, pues no soy quien para hacerlo. Cada cual posee diferentes pruebas por así decirlo. Pero mi realidad estaba allí presente.

Dentro de los elementos que componían esa lucha recién iniciada, se hallaba el concerniente a la alimentación, pues al crearme ese cuadro de parálisis me resultaba imposible succionar la leche materna, por lo que cada tres o cuatro horas, mi padre o mi madre debían prepararme una especie de papilla elaborada en base a un ingrediente similar a la leche en polvo. Con el transcurrir de las semanas se agregaron nuevos alimentos como ser churrasco pasado por licuadora, manzana rallada, etcétera.

Durante los primeros meses la cabeza se me ladeaba tanto hacia atrás como hacia los costados, mientras que la mano izquierda permanecía constantemente cerrada, a tal grado que se me formo una callosidad en la palma.

En forma periódica me llevaban al Dr. Fridman, ya fuese para el control rutinario que se realiza al pediatra, como también para apreciar la evolución de mi caso. En una oportunidad le manifestó a mi madre que debido a mi problema mi intelecto seria inferior. Afortunadamente en esta ocasión,  su diagnostico no fue acertado.Nacimiento